Whatever happened to The New 52: Una retrospectiva
Cuesta creer que ya han pasado casi 5 años desde que DC Comics inició The New 52, la ambiciosa propuesta que prometía hacer borrón y cuenta nueva no sólo con la continuidad que manejaba desde el año 1986 en su línea principal de cómics, incorporando de paso elementos de las líneas Wildstorm y Vertigo, sino que también cambiando el planeamiento y forma de abordar su enfoque editorial. The New 52 resultó ser un experimento con resultados mixtos, abundante tanto en aciertos como en fracasos, y que con la iniciativa DC Rebirth llega a su fin.
Para efectos de este artículo, decidí incorporar DCYOU dentro de la historia de The New 52 por una serie de motivos. En primer lugar, porque si bien se produce un relajo en la forma de abordar la continuidad, no es rupturista con el trabajo previo, actuando como una continuación natural de lo que se venía haciendo. Y en segundo término, porque con DC Rebirth las dos cabeceras más icónicas de la editorial, Action Comics y Detective Comics, vuelven a su numeración original, lo cual marca un contraste perfecto a las metas que DC se impuso inicialmente. Simbólicamente dice bastante.
Sin más, los invito a visitar la historia de lo bueno, lo malo y lo feo de The New 52.
El Inicio
Usando el evento Flashpoint como excusa argumental, DC Comics abrió su nueva era con Justice League #001, escrito por Geoff Johns y dibujado por Jim Lee. Dicho cómic fue el buque insignia de DC, sirviendo de carta de principios sobre cómo la editorial planeaba llevar sus publicaciones de ahora en adelante. Justice League marcó el inicio de una DC que se abrió a la distribución digital y a un estricto cronograma para mantener las entregas de sus cómics a tiempo, conservando hasta hoy dicha disciplina y dando como resultado estabilidad a la línea de publicación. Los retrasos a partir de septiembre de 2011 tuvieron un carácter excepcional.
Lo anterior, si bien parece algo simple, es bastante sorprendente considerando la envergadura del relanzamiento: 52 títulos mensuales. Con el fin de manejar tamaña cantidad de material, DC decidió agrupar los títulos en 7 familias: las líneas de "Justice League", "Batman", "Superman" y "Green Lantern", enfocadas en dichos personajes y sus secundarios; y las líneas "The Dark", "The Edge" y "Young Justice", que recogían temáticas más esotéricas, provocativas y juveniles, respectivamente. De estas familias, "The Edge" era quizás la menos definida, actuando una buena parte del tiempo como el “cajón de sastre” donde iban a parar los títulos inclasificables en las otras categorías. Esta forma de organización duró hasta octubre de 2013, fecha por las cuales el único sobreviviente de la familia "Young Justice" eran los horrendos Teen Titans de Scott Lobdell.
La publicación de estos 52 títulos fue todo un espectáculo y no solo por sus historias, sino también por la forma en que la editorial enfilaba rumbo. La primera conclusión que se pudo extraer, bastante obvia por lo demás, es que Batman oficialmente se transformaba en una de las piedras angulares de la editorial, teniendo al momento del lanzamiento 4 títulos protagónicos —Batman, Detective Comics, Batman and Robin y Batman: The Dark Knight—, además de incontables cameos y apariciones en otros títulos. En los albores de The New 52, el Hombre Murciélago estaba en todas partes, cosa que quizás usted, buen lector, en un tono sarcástico dirá que no ha cambiado mucho, pero en realidad sí lo ha hecho. A modo de ejemplo puedo mencionar un crossover que se produjo entre I, Vampire y Justice League Dark, ambos títulos de la familia "The Dark”, en el cual metieron con calzador al Orejudo. Si te ponías a leer DC, tenías que aceptar la presencia de Batman sí o sí.
Otro elemento distintivo es la forma en que el DCU se estructuraba, haciendo uso de una férrea continuidad compartida en la mayoría de sus títulos. Uno podría suponer que dicha movida tenía como fin facilitar la realización de grandes eventos editoriales, pero en realidad resultaría ser todo lo contrario; es más, tendrían que pasar 2 años antes de que se hiciera el primer mega-evento, Forever Evil. DC no seguiría el camino de Marvel de lanzar un evento tras otro sin descanso, sino que más bien realizaría crossovers a una escala más pequeña dentro de cada familia o entre títulos de familias distintas, interactuando no más de 3 títulos la mayor parte del tiempo. De esta forma, el DCU aparecía como un universo fuertemente interconectado, donde podían tener lugar historias como Stormwatch cruzando caminos con Red Lanterns o Suicide Squad persiguiendo a Resurrection Man. Sin embargo, no toda la línea operó de esa manera, existiendo historias rebeldes que jugaban bajo sus propias reglas, como lo fueron la Wonder Woman de Brian Azzarello y el Action Comics de Grant Morrison.
Otra característica notoria al momento del relanzamiento fue la diversidad de títulos con los que DC probó suerte. Men of War, Frankenstein, Agent of S.H.A.D.E., OMAC, Resurrection Man, I, Vampire, entre otras, fueron apuestas que en el largo plazo no duraron, pero que diversificaron la oferta de aquel septiembre del 2011. Quizás el gran problema que tuvieron dichos títulos es que se encontraron atrapados por las circunstancias: por un lado, querían ofrecer algo diferente, pero al mismo tiempo tenían que cuadrarse con el “tono” del resto de la editorial, por lo que no era raro comparar series y encontrarse con un estilo similar, especialmente en el dibujo. Hubo joyas ocultas como All-Star Western o Demon Knights, pero eran excepciones dentro de un mar de títulos parecidos entre sí. Todo sabía a lo mismo, todo bebía de un néctar homogeneizador. Hubo un sacrificio de creatividad en favor del orden, siendo corriente que en una misma serie participaran tres artistas o más, siendo tratados por la editorial como ítems funcionales más que como creadores. Esto fue especialmente notorio con los guionistas, lo que más temprano que tarde terminaría en pesadillas de Relaciones Públicas como lo fueron el despido por email de Gail Simone o la salida del equipo creativo de Batwoman. En general, fue una época de conflicto entre editores y autores, principalmente por la pésima forma en que se trataba a los últimos. Las noticias sobre guionistas que salían de la editorial en malos términos estaban a la orden del día.
Pero alguien tenía que llenar esos espacios y cumplir con el compromiso de tener 52 series mensuales, ¿verdad? No es casual que el tono y estilo de DC recordara a los cómics “extremos” de los noventa teniendo en cuenta que Bob Harras —el hombre que casi mató a Marvel en esa década— dio carta blanca a autores como Scott Lobdell, Tom DeFalco y el siempre infame Rob Liefeld para que se hicieran cargo de diversas series. Es bastante habitual usar como chivo expiatorio a Dan DiDio de los problemas de DC, pero es en la plana mayor de la editorial donde se radicaron los problemas, muchos de los cuales persisten hasta hoy. Ignoro completamente qué diablos estarían pensando cuando eligieron a Bob Harras por sobre Mark Waid para dirigir la editorial y los resultados de dicha opción quedaron a la vista, manifestándose por ejemplo con un deficiente semillero de nuevos autores que dieran ideas frescas o nuevas perspectivas que aprovecharan el reboot. Esto no hubiese sido un problema si dichos autores hubieran tenido algo interesante que contar, pero el sacrificio no valió la pena y la línea de publicación se llenó de bodrios genéricos. DC ya casi no tenía autores estrella que le dieran credibilidad: Greg Rucka se fue antes del reboot en malos términos por el abuso editorial que sufrió, Mark Waid prometió no volver a DC mientras Harras estuviese ahí, Grant Morrison ya sentía los efectos de haber trabajado en números mensuales por muchos años, Geoff Johns se encontraba ocupado con sus nuevas responsabilidades administrativas… Tuvieron que pasar años antes que nombres como Scott Snyder, Jeff Lemire o Charle Soule pudieran elevarse y compensar el déficit de calidad de las publicaciones, lo cual es especialmente trágico dado que la editorial no tuvo la capacidad para retener a los últimos dos.
A pesar de todo lo anterior, DC había logrado estabilidad, ya que incluso si cancelaba títulos al octavo número, tenían listas otras series que tomaran su lugar. Y así fueron pasando los meses.
El Primer Cumpleaños y Más
A modo de celebración, y solapadamente como un medio de traer atención hacia la casa editorial, DC decidió que en septiembre de 2012 celebrarían el "Zero Month", durante el cual todas las series en publicación recibirían un #0 que revelaría más del trasfondo de los personajes, a fin de “planchar” el confuso statu quo que afectaba a varios de los títulos. De esta manera, se hizo tradición que septiembre sería el mes en que se celebraría el inicio de The New 52. De manera similar, pero con una recepción mucho más negativa, fue el experimento de abril de 2013 conocido como las portadas “WTF Certified”, el cual en lugar de generar hype alrededor de los títulos publicados dio lugar a críticas contra DC. Sin perjuicio de lo anterior, la editorial siguió su marcha hasta que llegó septiembre de 2013 y con ello dio inicio a la primera macrosaga de The New 52: Forever Evil.
El lanzamiento de Forever Evil fue con todo, contando con una serie de tie-ins en Justice League, Justice League of America, Suicide Squad y un par de miniseries creadas para la ocasión, además de hacer uso de septiembre de 2013 como el "Villains Month", reemplazando a todos los títulos normales por one-shots que ilustrarían a los distintos villanos de la editorial.
La pompa que rodeó a ese evento no fue casual, sino el resultado de años de planificación que se fueron reestructurando con el tiempo. El plan original, según se comentaba en los primeros meses del lanzamiento, era que Trinity War sería un crossover entre Justice League, Justice League International y Stormwatch enfrentando a los Daemonites, siguiendo líneas argumentales que se irían plantando en Superman y otros títulos. La primera parte del plan es evidente al revisar los títulos de la época, en particular por la presencia de un personaje llamado Helspont; sin embargo, todo se fue al carajo en menos de un año. Stormwatch nunca encontró su pie, Justice League International fue cancelada al igual que los títulos que provenían de Wildstorm. De los Daemonites nunca más se supo, salvo por una atada de cabos a la rápida en Superman. Pese a todo, Trinity War siguió en pie, reemplazando a Stormwatch por Justice League Dark y pasó a tener un nuevo propósito: ser la antesala a Forever Evil. La miniserie principal serviría una serie de propósitos, siendo quizás el más importante el introducir oficialmente a Earth-3 y con ello marcar un punto de inflexión sobre la línea de publicación. Así, el cierre del evento en abril de 2014 marcaría el fin de la primera parte de The New 52 y el inicio de una nueva etapa dentro de la iniciativa.
Es en esta época donde empieza un esfuerzo por parte de DC para quitar ese sabor homogéneo que tenía su línea editorial, siendo especialmente llamativo el lanzamiento de Batman Eternal, la primera serie semanal de larga duración que DC publicaba en bastante tiempo; empiezan a aparecer títulos con temáticas variadas como Grayson, Gotham Academy o Klarion, además de empezar a publicarse las grandes apuestas de la editorial como The Multiversity o Futures End, una serie semanal con una estructura de 4 autores al mejor estilo del Dream Team de 52, y que prometía incorporar elementos de Aquaman, Stormwatch y diversos conceptos perdidos en The New 52. Cabe mencionar que la proliferación de estas series semanales no solo respondió a un interés creativo, sino que en este punto el modelo de mantener 52 series mensuales se había vuelto inviable para la editorial, pero se podía suplir con esa forma de publicación. La apuesta por Futures End fue fuerte, ocupándose el mes de septiembre de 2014 con tie-ins dedicados a Futures End, y por un buen tiempo pareció rendir frutos tras corregirse los horrendos problemas de ritmo que tenía la serie principal. Pero los buenos números no podían durar y tarde o temprano apareció la inmortal pregunta: “¿cuántos días han pasado desde que DC hizo algo estúpido?”. Así, conjuntamente con Batman Eternal y Futures End, DC decidió publicar una tercera serie semanal: Earth-2: World's End. En principio, sería un título complementario a Earth-2, operando como una respuesta orgánica a un título que era de gusto del público y que necesitaba expandirse. Si bien tres series semanales simultáneas pueden parecer excesivas, si el material resulta ser bueno ello no debería ser impedimento para obtener buenas ventas y una respuesta favorable del público, ¿verdad? Así que, naturalmente, DC decidió cagarse en su audiencia y arruinar completamente lo que había hecho interesante a Earth-2.
Es por esta misma época donde hace su debut oficial la serie mensual del “nuevo y mejorado” Lobo. La historia detrás de su rediseño tiene su origen en la mente de Bob Harras que quería incorporar una versión modernizada y cool del personaje, encargando su creación a Kenneth Rocafort, pero siendo Harras quien en definitiva eligió el diseño final. Lo tragicómico del asunto es que la versión tradicional de Lobo ya existía en The New 52, habiendo hecho apariciones en Deathstroke, The Savage Hawkman y Red Hood & The Outlaws. El debut del rediseño sería durante el "Villains Month" en un one-shot, lo cual no tiene nada de raro, salvo porque la portada claramente mostraba a la versión clásica, aumentando el absurdo de la situación. Todo lo anterior podría haberse pasado por alto si se hubiera entendido el núcleo del personaje y aprovechado el nuevo diseño para parodiar a los clichés actuales en los cómics —justificándose de paso el look de niño bonito—, pero Harras no tiene tanto talento, por lo que el czarniano resultó no ser más que la visión de cómo Harras cree que se ve genial en un cazarrecompensas espacial, demostrando una falta de tacto absoluta sobre lo que hace que Lobo sea un personaje querido por el público. Y como guinda del pastel tendríamos que en el primer número de su serie individual la versión rediseñada decapita a la versión antigua, lo cual en manos capaces podría haber sido una idea muy buena, pero todo se desarrolló tan en serio y sin gracia alguna que se perdió la oportunidad.
¿Se nota un patrón? El desgaste creativo en la editorial era notorio y salvo por una que otra idea exitosa, como lo fue la Batgirl de Burnside, DC caía en un espiral de malas decisiones mientras preparaba su siguiente evento editorial, Convergence.
Convergence y DCYOU
Pese al caldeado ambiente reinante, los lectores de DC notaron un patrón peculiar: Futures End, Earth-2: World’s End y The Multiversity estaban programadas para terminar en abril de 2015, mes que tenía una particularidad: se cumplían 30 años desde Crisis on Infinite Earths. Si bien durante varios meses la editorial no pareció tener planes para celebrar dicha fecha, con el tiempo se fueron soltando noticias sobre un tal “Proyecto Band-Aid”, siendo explícitos con que no se trataría de un nuevo reboot, sino más bien de una historia que corregiría ciertas inconsistencias que desde el inicio de The New 52 se habían acumulado. Simultáneamente, DC anunció sus intenciones de mover sus oficinas desde New York a California, a fin de poder trabajar con más cercanía con la gente de Warner. Obviamente, un traslado de dicha envergadura no se realiza en dos días y una editorial como DC no puede dejar de publicar por mucho tiempo. La solución fue bastante creativa: durante dos meses, la línea regular de publicación sería suspendida y reemplazada por tie-ins para el "Proyecto Band-Aid", usando como carne de cañón a escritores invitados mientras los equipos regulares se instalaban en California. Así nació Convergence.
Convergence fue un evento bastante peculiar, no solo por las circunstancias que lo rodearon sino por la calidad de sus publicaciones. Como celebración de la historia editorial funcionó bastante bien, rescatando el espíritu de épocas del pasado y sacando del baúl de los recuerdos versiones abandonadas de los personajes. Lo especial del asunto es que si bien la serie central era insultantemente mediocre, los tie-ins en su mayoría eran de una calidad más que aceptable y pusieron en evidencia algo que la editorial no veía: el DCU de The New 52 era estructurado, pero le faltaba alma, no tenía personalidad. Comparados con las múltiples versiones de los personajes, incluyendo a los locos rediseños de los noventa, las iteraciones actuales se veían deslavadas. Los defectos de The New 52 quedaron expuestos, siendo quizás el más evidente de ellos la pérdida del sentido de legado. Los personajes post-Flashpoint carecían de sustancia al haber sido privados de su pasado y esclavizados por un férrea continuidad.
Es en este punto que aparece DCYOU, una iniciativa que prometía equilibrar el trabajo que se había hecho durante cuatro años con narrativas innovadoras… o lo que es lo mismo, los 25 títulos con más altas ventas seguirían bajo una continuidad controlada editorialmente, pero el resto sería campo libre para que los autores desarrollasen sus historias con más libertad. De acá surgieron títulos como Midnighter, The Omega Men o Martian Manhunter, los cuales en su mayoría fueron muy bien recibidos por la crítica, pero sin un número sustancial de ventas que los acompañara. Las razones para lo anterior son obvias: si bien DCYOU abrió las puertas para una mayor libertad creativa y para un enfoque editorial donde la continuidad no reina sino que es más bien una herramienta, no lo hizo “de corazón”. Sencillamente, Starfire no va a traer el mismo número de ventas que Wonder Woman. El espacio creativo quedó reservado para personajes de segunda línea, pero de los grandes íconos de la editorial ni hablar, estos tendrían su propia forma de hacerse notar y sus propios experimentos.
El comisario Gordon sería el nuevo Batman, usando una extrañamente diseñada armadura que por estos lares llamamos el "Baticonejo"; Hal Jordan sería un renegado con pinta de vagabundo; Superman perdería sus poderes y su identidad secreta; Wonder Woman, Flash y Aquaman no tendrían mayores cambios, salvo por unos trajes horrendos. Ahora que escribo estas líneas, acabo de caer en cuenta de algo: estos desesperados rediseños parecen ser The New 52 luchando por encontrar su identidad tras haber quedado en evidencia durante Convergence como una copia descafeinada y sin personalidad de etapas anteriores.
El Futuro
Encontrándonos ad portas de DC Rebirth, vemos cómo lentamente varios de los cambios más radicales han sido revertidos. La verdad no creo que todos esos experimentos hayan sido malos por sí mismos, incluyendo al "Baticonejo", pero varios tuvieron el gran defecto de que fueron construidos sin mirar atrás, sin esforzarse en ver si los cimientos eran buenos. Personajes como Aquaman o Wonder Woman no sufrieron mayores perjuicios precisamente porque se beneficiaron con que sus primeras etapas fueron sólidas, pero cuando se trata de personajes que no fueron rebooteados completamente, la falta de dedicación se nota.
Por lo anterior es que el gran pecado de The New 52 fue que no se comprometió con la tabula rasa que ofreció. Muchos de los títulos del reboot obtuvieron reconocimiento aprovechando la libertad que se les presentó. Es posible que Batman hubiera funcionado mejor con solo un Robin, o que Teen Titans hubiese sido una lectura más decente cuando sus personajes ya hubiesen estado establecidos. En este caso es más evidente, porque los Teen Titans encarnan el concepto de legado en el DCU, por lo que no es de sorprender que su presencia tras el reboot fuese extraña y poco natural. Las raíces mismas del concepto eran incompatibles con la premisa central de The New 52 y aun así DC forzó que ciertos personajes estuviesen presentes, resultando en maravillas como “cuatro Robins en cinco años” o los Teen Titans de Scott Lobdell, los cuales son quizás el mejor ejemplo de los vicios tras el relanzamiento: el Superboy de The New 52 tiene un trasfondo tan confuso y enrevesado que haría sentir orgulloso al Hawkman post-Crisis; Kid Flash no es un descendiente de Barry Allen, sino que es un terrorista en prisión preventiva; Wonder Girl tiene una relación MUY tangencial con Wonder Woman; Tim Drake nunca fue Robin y Drake tampoco es su verdadero apellido, etc. Esta versión de los Titans nació sin entender las bases del concepto, por lo que no es de extrañar que resultara ser un bodrio… y quizás eso es lo que DC planea subsanar. Si decidimos creer las palabras de Geoff Johns, DC Rebirth buscaría precisamente fortalecer los cimientos y recuperar el sentido de historia que se perdió, estando esto simbolizado por la recuperación en la numeración de Action Comics y Detective Comics ahora que ya están cerca de sus respectivos números 1.000. DC Rebirth se nos presenta como una antítesis a The New 52: valora el pasado de los personajes sin sacrificar libertad creativa en pos de una continuidad pétrea.
No cabe más que decir que The New 52 fue una puerta de entrada al DCU para muchos lectores, y es innegable que dejó su huella en la historia del cómic, para bien o para mal. Espero que este artículo ayude a ilustrar los diversos aspectos que rodearon a DC por cinco años y a comprender un poco mejor este hito de la industria comiquera. Gracias por su lectura y no olviden dejar sus comentarios.