De distribución, CBR y otras impresiones
Durante el último tiempo se han entablado varios debates sobre lo que fue una gran polémica de manos de algunos personajes nacionales. Todo se remonta a la semana de fin de año, donde se encontraron indicios de que una persona hacía cómics impresos artesanalmente y luego estos eran vendidos en grupos de facebook dedicados a la compraventa.
Tomando esto en cuenta, y como era de esperar en un ambiente tan competitivo y caro como el de los cómics, es que un grupo de tiendas dedicadas a la venta de cómics nacionales en conjunto con otras personas, comenzaron una campaña en contra de las malas prácticas, atacando a quienes hacen estas ventas piñuflas, cobrando quizás menos dinero, pero por una calidad inferior y afectando directamente a las tiendas. Esto es sumamente válido.
El problema ocurrió cuando a un grupo de personas se le subieron los humos y los intereses de las tiendas a la cabeza y empezaron a disparar no tan solo en contra de las impresiones amateur piratas, sino que también contra la distribución de cómics online, los llamados CBR. De hecho, se crearon debates y peleas entre quienes defendían y otros que atacaban los CBR. Y esto, es mezclar peras con manzanas.
A modo de introducción, un CBR es un archivo comprimido tanto de WinRAR o de WinZIP (CBR o CBZ) que en su interior tiene por imágenes las planas compaginadas de los cómics. Así, gracias a su programa lector de CBRs favorito, los cómics pueden ser leídos página por página, y dado que son imágenes comprimidas, como archivo ocupa muy poco espacio de memoria, por lo que su distribución es bastante rápida.
No es posible abordar correctamente el problema sin destacar lo importante que son en la actualidad los procesos de distribución digitales en los medios de comunicación sociales. En una época donde los medios digitales toman preponderancia, acompañado de un auge tecnológico, existen medios que distribuyen y entregan productos en versiones online, lo que permite entregar mejores versiones y ampliar el mercado disponible, sobre todo.
Luego, toca ver la actualidad y la situación en nuestro Chile, Chile lindo. En un país donde las bibliotecas manejan un inventario bastante menor a la hora de catalogar material de cómics, donde existe un IVA al libro del 19% en todo tipo de publicaciones, sin discriminación y en todo tipo de tiendas para poder adquirir nuestras lecturas. Esas escasas tiendas que se concentran únicamente en Santiago que son parte de verdaderos monopolios, donde por ejemplo, las alternativas en regiones para realizar compras de cómics es, o pedir al extranjero, o caer en una de los tantos Zmart en las ciudades y capitales.
Agreguemos que hay mucho material que no es distribuido por las editoriales, ya sea material antiguo o simplemente producciones que no tendrán traducción al español, y es en este sentido que el uso de CBR se hace completamente válido al hacer desaparecer toda sospecha de daño en contra de las tiendas nacionales. De hecho, Marvel es una de las mejores editoriales al momento de reeditar matrial antiguo, ya que se dedica a hacerlo constantemente e incluyen números que complementan arcos, mientras que a DC hay que prenderle velas para que reediten material antiguo, y aunque no va al caso, lo destaco al tratarse de los hábitos editoriales de las dos grandes casas de cómics.
Es en este vacío donde entran los amigos de todos, los tradumaquetadores. Personas que aman los cómics tanto como tú y yo, pero que sienten ese llamado de ayudar a quienes no pueden tener acceso a los cómics o simplemente les cuesta leer en inglés. Los tradumaquetadores se dedican a traducir cómics y reemplazar los guiones de su idioma original al español y a distribuirlo gratuitamente para que todo quien lo desee pueda tener acceso al material. Y este es un trabajo sacrificado, que a la larga solo encuentra su paga en la satisfacción de apoyar a los contertulios fanáticos del cómic, porque esta pega no es remunerada y tampoco debe serlo. La distribución de este material es, por definición, ilegal, ya que hace uso de publicaciones que tienen marcas registradas y copyright pendiente, pero por otro lado atacan la evidente carencia de fuentes actualizadas de tomos, series y colecciones en español.
Siguiendo la tesis del debate anteriormente mencionado—que iba en contra de la distribución online sólo para ser "pro-papel"—, encontramos otro problema: ¿Qué pasa con los cómics que nacen en la web? Y no me refiero a los webcómics que, por lo demás, gracias a la popularidad en su distribución pueden cambiar de medio y llegar a ser impresos y publicados; me refiero a los cómics que nacen en internet para ser distribuidos por internet gratuitamente. Un claro ejemplo de esto es The Private Eye, serie de cómics de ciencia ficción y misterio escrito por el gran Brian K. Vaughan, dibujado por Marcos Martín y coloreado por Muntsa Vicente. Esta es una obra digital autopublicada mediante su web en formatos libres de derechos y en CBR. Más aún, los lectores tenían la oportunidad de decidir cuánto querían pagar por cada número. Volviendo al ejemplo anterior, The Private Eye, ha sido publicado en 5 idiomas distintos sin contar los que están en edición en estos momentos y además recibió críticas positivas y atención mediática por el rol que identificó al momento de distribuirse de esta manera. El cómic es parte de Panel Syndicate, sitio web dedicado a la distribución de cómics digitales con trato directo entre creadores y lectores. Puedes encontrar muchas más series en publicación y adquirirlos nombrando tu precio.
Es en este pequeño ejemplo donde podemos demostrar que las editoriales no se deben ver necesariamente afectadas por la distribución gratuita del título. Por el contrario, este cómic obtuvo aceptación, reconocimiento y publicidad que lo llevó a ser una de las publicaciones más relevantes del año pasado, de hecho la serie ganó un premio Eisner por Mejor Cómic Digital/Webcómic. Toda crítica al supuesto daño que podría realizar el CBR queda destruida con los resultados de The Private Eye. Obras como Nimona, Sunstone o Hinges son claros ejemplos que publicaciones aclamadas no necesariamente nacen bajo el brazo de una editorial con distribución física. Y estas últimas obras mencionadas pasaron a ser desde un excelente hobbie a una fuente de inmenso reconocimiento a sus escritores.
Ahora, dejando un poco de lado el punto de las creaciones narrativas y la forma de distribuir, y tomando el caso monetario y económico, decir que los CBRs "están matando la industria" es una falacia del porte de un buque si consideramos que en los últimos 5 años las ventas de cómics han aumentado en 2.1 millones de unidades el 2015, sólo en Estados Unidos. Y eso es solo la punta del iceberg. En la actualidad tenemos 719 nuevos cómics y novelas gráficas en circulación, una cantidad bastante mayor a los 555 títulos que circulaban hace 5 años. Hoy existen 8 títulos que tienen ventas por sobre las 100.000 unidades, versus 1 sólo título que tenía esa cantidad de ventas hace 5 años. Eso muestra que el mercado actual tiene más amplitud y vemos una industria al alza.
Pero eso es en el ámbito internacional, ¿qué pasa si revisamos el plano local? Podemos observar grandes como Marco Canepa, quien vio cómo Juanelo crecía desde un webcómic que nació para su distribución gratuita a ser un trabajo remunerado para su autor, pero aun así, manteniendo el formato que lo vio nacer: las tiras semanales. Otro ejemplo es Siento y Miento de Alfredo Rodríguez, que pasó de un webcómic a publicaciones físicas recopilatorias. O Bichos Raros y Coffee Shop de Karla Díaz.
Y la lista de ejemplos es eterna, suman y siguen en la actualidad. Sé que faltan un montón de personas que se atrevieron y que el esfuerzo de años se vio recompensado con la popularidad que alcanzaron en la distribución online de su trabajo previo, lo que los llevó al cambio de formato de distribución.
Pero el CBR puede llegar a ser más que esto, el CBR es la evolución natural del "oye, ¿préstame este cómic? se ve bueno." El CBR es la digievolución de ir a una tienda y hojear un cómic. El CBR es la nueva forma de distribución de material y de compartir gustos comiqueros con tus amigos y/o conocidos. En ese sentido, el CBR no tiene nada de malo, todo lo contrario, ayuda a difundir la palabra sobre los buenos cómics y los que realmente merecen ser comprados en las tienditas nacionales.
Hay que ser cuidadoso al afirmar que la piratería es dañina para el mercado de los cómics. La editorial no siente pérdidas directamente con el CBR, ni tampoco la industria, al menos en el caso local.
La verdad innegable para las tiendas es que el CBR es el nuevo filtro de calidad y compra de muchos lectores. Son las nuevas recomendaciones con las cuales pueden acotar las compras e incrementar su colección de forma segura, con una inversión que sabrán que dará frutos. Gracias al CBR ya no hay riesgos, y ya no es necesario tener que estar descubriendo cómics poniendo en juego la billetera personal. Es más, si las tiendas quisieran aplicarse, podrían tratar de hacer un análisis de los CBRs más bajados y aplicar compras más inteligentes, lo que les llevaría a tener mejor acceso al material, que es la fuente de ingresos que mantienen.
En una entrevista sobre copyright y pirateo, Neil Gaiman cuenta que cuando su material se empezó a piratear al principio se enojó, pero se dio cuenta que esto tenía efectos colaterales. Observó que en los lugares donde el material era pirateado y tradumaqueteado, como por ejemplo Rusia, sus libros aumentaban en ventas. Se estaba haciendo conocido y la gente estaba comprando el libro real después de leer la traducción/pirateo. Y empezó a vender más copias. Tras esto empezó a experimentar, como publicar su libro American Gods gratis en su página web durante un mes. Y sus ventas en las librerías independientes aumentaron en un 300%. Así fue como Gaiman se dio cuenta que con material expuesto gratuitamente no pierdes material, no pierdes libros, aún cuando tengas libros copiados en el mercado.
El CBR es sinónimo de compartir, es difundir cultura. Y el cómic es eso en buena parte, gente compartiendo historias, experiencias y gustos. Y esto no lo puedes considerar como una venta perdida, todo lo contrario, es mostrar tu material, generando publicidad o como tú prefieras llamarlo. Es el ejemplo de que no tenemos por qué esperar a la editorial a que edite en papel y en español lo que nos guste.
Y es eso de lo que se dio cuenta Gaiman, de lo que significa compartir por internet y permitir que la gente pueda descubrir nuevas cosas, las cuales quizás no hubiera descubierto por sí sola en su país. Y eso es lo genial del asunto. Masificar las obras que te gustan.
Que no se malentienda: condenamos al pirateo físico porque ataca a los lectores que vuelan bajo, y que los engañan con impresiones bien encuadernadas o quienes por falta de ingresos no les queda otra que acceder a malas copias. Es ahí la crítica y es ahí donde debe estar la caza de brujas ya que son estos personajes los que le hacen un daño más integral a la industria y más precisamente a las tiendas de cómics. Ese daño es más grave porque además ataca al lector dejándolo con malas copias de buenas lecturas. Es abusar del que no sabe o que no puede inmediatamente.
La criminalización del CBR va de la mano con la ignorancia sobre lo que significa compartir tus gustos con los demás. Atacar el CBR es como si en su tiempo se atacaran los préstamos en la biblioteca, o se atacara a las personas que prestan libros a los amigos. A la larga, el que quiera leer en físico, el que quiera adquirir un libro, saborear la historia, oler las hojas, va a ir a una tienda o librería y tarde o temprano lo adquirirá. Y eso no se puede evitar de ninguna manera.
Pero leer CBR no tiene nada que ver con lo anterior. Leer CBR es como pedir prestado un libro a tu mejor amigo, solo que se da la casualidad que tu mejor amigo es la biblioteca más grande del universo, la internet. Leer CBR no te hace menos comiquero, todo lo contrario, te hace una persona con sed de lectura, sed de conocer nuevos límites y nuevas historias. Alguien que espera armar su propia aventura junto a tremendas historias y de la mano con los mejores artistas y escritores.
Espero que a todos les quede claro eso.