"Batman: Shaman" de Dennis O'Neil y Edward Hannigan
invitado: José Miguel Briceño
Ah, Batman, uno de los personajes más queridos del universo comiquero. Un símbolo de justicia, de entereza, incluso muchas veces de consciente locura, un ricachón común que tras saborear el terrible sabor de los suburbios que en sus lujos ignoraba, decidió realizar cambios a su manera y marcar una diferencia real para él y la gente de su ciudad… o como todos lo conocemos hoy, un dios todopoderoso, capaz de lograr lo que sea y derrotar a quien sea; un simple humano que parece tener el poder infinito del dinero especulativo y la inteligencia supina, que lo llevan incluso a poner a Superman de rodillas y pegarle en las nalguitas.
Queridísimo lector, antes de que sigas leyendo y me tildes de “hater” de Batman, quiero informarte que quien te habla es un verdadero fanático de Batsy, un amante empedernido que lee cada comic del murciélago como religioso texto —no es tan así, pero entienden la idea—. Sin embargo, lastimosamente debo decirlo: para mí, los autores han decidido simplemente matar todo lo que hacía interesante al Hombre Murciélago y convertirlo en un ser súper poderoso con habilidades poco claras que es capaz de todo —¿y no era Batsy lo opuesto a eso?—. Por ello decidí dar un viaje al pasado, a ese Batman de antaño que nos demostraba que no todos los superhéroes pelean contra grandilocuentes villanos y peligros mundiales, a ese Batman amateur, detectivesco, ágil y misterioso, tal como lo vemos en la saga "Batman: Shaman" de Dennis O’Neil (guion), Ed Hannigan (dibujo) y John Beatty (tintas).
Con el éxito de "Batman: Year One" y tomando directa sucesión de éste, "Shaman" es una obra que nos sitúa en un joven e inexperto Bruce Wayne, quien ha iniciado su labor como el Hombre Murciélago hace muy poco tiempo y, de improvisto, se topa con un fantasma de su pasado junto a una seguidilla de brutales asesinatos de índole místico en las bajas calles de Gotham. Esta saga está repartida en los primeros cinco números de la serie Batman: Legends of The Dark Knight de 1989 y cada uno de estos representa una especie de crisol, de transformación por la cual Bruce comienza a pasar para entender su verdadera labor como Batman.
¿Entonces? Tras emprender una cacería hacia las montañas de Alaska en búsqueda de un peligroso asesino, Bruce Wayne se ve malherido, desprotegido y perdido en la espesa nieve al borde de la muerte cuando es rescatado por una tribu de locales, quienes con un ritual chamánico y la máscara curativa del murciélago salvan su vida. Tras recuperarse y habiendo formado una relación de respeto con dicha tribu y otra algo más estrecha con la nieta del chamán, decide volver a Gotham City a comenzar su cruzada.
Años más tarde, una serie de sacrificios humanos y un mito urbano de un gran murciélago que aterroriza la ciudad alertan a un joven Bruce Wayne, quien hará lo posible por descifrar aquel enigma.
Esta obra está escrita con un agradable ritmo que sobrelleva el suspenso y la develación del misterio de una forma precisa y atrapante. El trato entre Alfred y Bruce se siente en ese balance perfecto entre lo orgánico y lo propio de los cómics, haciéndonos comprender de manera perfecta qué tipo de relación tienen y cómo, de una u otra forma, son familia. Aquí vemos —al fin— a un Batman mucho más razonable, mucho más humano, lleno de temores y dudas, lleno de inexperiencia y de un impulso incansable por hacer justicia, pero a la vez meticuloso, con perfectos planes de engaño y teatralidad que dejan ver las primeras razones de por qué más tarde sería tratado como una figura atemorizante.
Es un viaje muy interesante respecto a cuál es la real razón que hace de Bruce algo más que un simple vigilante, de su real lugar como "sanador" de una ciudad enferma y cómo un ritual mitológico forja el verdadero mito del hombre murciélago. Una saga muy interesante, refrescante para los tiempos de omnipotencias que corren, sólida y precisa, que te llevará a amar a Batman —no homo— tanto como sus fanáticos lo hacemos.