"Star Wars: Dark Empire Trilogy" (1991): la introducción de Luke al lado oscuro
La historia de Star Wars con los cómics es más íntima de lo que parece. Todo fan sabe de la primera serie en Marvel, y seguramente tenga varias historias del Universo Expandido de Dark Horse cerca de su corazón. Lo que tal vez desconozcan es lo cercanas que ambas etapas están una de otra, no solo en fechas; un proyecto en particular ayudó a la transición entre ambas empresas. El destino querría que el Caballo Oscuro arrebatara de la Casa de las Ideas la franquicia, convirtiendo al Imperio Oscuro en la punta de lanza de todo un Universo en constante Expansión.
Hace mucho tiempo (en una galaxia bastante cercana)…
Todo comienza cuando Charles Lippincott, supervisor de publicidad de Lucasfilm, tuvo un acercamiento con Stan Lee tan temprano como en 1975 para que Marvel hiciera una adaptación de la venidera película en formato cómic. Tras unas cuantas negociaciones —en las que Roy Thomas fue clave— se comenzó la adaptación de las películas, en base a guiones preliminares, lo que explica algunas escenas finalmente eliminadas del film que se abrieron paso en las viñetas.
La relación de Marvel con Lucasfilm fue sumamente fructífera para ambas compañías. Mientras Lucasfilm tenía a su propiedad en las estanterías mes a mes, manteniendo la llama de los fans viva entre cada película y por supuesto obteniendo fuertes ingresos, Marvel gozaba de excelentes ventas. Al punto que el antiguo Editor en Jefe Jim Shooter asegura que la licencia de Star Wars salvó a la compañía de una temprana bancarrota en 1977 y 1978.
Por supuesto, esta simbiosis no podía sostenerse eternamente.
En 1986, tras volverse una serie bimensual y bajar sus ventas de forma lenta pero inevitable —considerando que, por aquel entonces, cualquier serie regular vendiendo menos de 100.000 copias se consideraba de pobres ventas… ¡cómo cambian los tiempos!—, la serie regular Star Wars era cancelada con su entrega #107, en parte decidido por la reestructuración de la línea editorial que significaba el lanzamiento de un nuevo universo, adecuadamente llamado New Universe —¿les suena toda esta movida?—.
El Imperio del Caballo Oscuro
Tras su despedida a la Casa de las Ideas a mediados de los ochenta, los años noventa parecían traer vientos de cambios para la franquicia galáctica. Los autores Tom Veitch y Cam Kennedy publicaban entre 1988 y 1989 "The Light and Darkness War", una miniserie de seis entregas para Epic Illustrated, línea de Marvel editada en aquel entonces por Archie Goodwin, uno de los guionistas que participó en la serie Star Wars. Veitch y Kennedy contactaron a Lucasfilm interesados en trabajar en Star Wars, ofreciendo su miniserie como muestra de su trabajo; en una llamada con Lucy Wilson la dupla recibió la aprobación de la empresa, quienes pidieron el apoyo de Goodwin para publicar su proyecto en el sello Epic.
Goodwin peleó para que Marvel aceptara el proyecto, quienes ya no veían a Star Wars como una licencia provechosa. Finalmente, autores y editor consiguieron la aprobación de la editorial, pero el destino querría que Goodwin finalmente regresara a DC Comics, dejando el proyecto en manos de otro editor. El cómic continuó su desarrollo, llegando incluso a ser anunciado en Marvel Age Special Preview #001 en mayo de 1990. Dicho cómic llevaba por título Star Wars: Dark Empire, y se presentaba como una serie limitada de tres entregas.
Lamentablemente, con la salida de Goodwin de la editorial, la miniserie cayó en un status secundario y quedó en pausa con un futuro incierto. Para desempantanar el proyecto, Veitch sugirió a Lucy Wilson que se acercara a Mike Richardson, editor de Dark Horse, quienes ya tenían otras licencias cinematográficas como Alien. Richardson vio una oportunidad de oro y ofreció a Veitch y Kennedy llevar su proyecto a Dark Horse, donde tendrían total libertad creativa para desarrollar su miniserie. Así, en 1990 Marvel una vez más abandonó la licencia y Dark Horse se quedó con Star Wars.
En las sombras del Imperio
La propuesta original de Tom Veitch para Dark Empire consistía en que el Imperio habría guardado el traje de Darth Vader —o creado un duplicado— y pondrían a alguien en él para perpetuar la imagen de Vader inspirando miedo a través de la galaxia. Según Veitch, el mismo George Lucas habría rechazado esta idea; en cambio, la segunda propuesta, consistente en que el Emperador se habría mantenido con vida a través del proceso de clonación, habría recibido la aprobación del cineasta.
Pero la historia no acaba ahí. Mientras todo esto ocurría, el novelista de ciencia ficción Timothy Zahn estaba desarrollando Heir to the Empire, lo que sería la primera parte de The Thrawn Trilogy. Para complementar y concretar el naciente Universo Expandido, Lucasfilm envió a Zahn y Tom Veitch una caja con material del juego de rol creado años antes por West End Games, para que se coordinaran con el material de referencia. Ambos autores usarían el mismo material para cimentar lo que construirían en sus obras.
Curiosamente, Dark Empire estaba originalmente ambientada poco después de la Batalla de Endor, continuando directamente Return of the Jedi; así, se le pidió a Timothy Zahn que acomodara su historia para que reflejara los hechos ocurridos en el cómic, el cual rechazó tajantemente por estar en desacuerdo con las ideas planteadas. En consecuencia, Veitch tuvo que hacer el ejercicio contrario y hacer ajustes menores en su relato para que se ambientara después de la obra de Zahn y así reflejar los hechos ocurridos en ésta.
De esta manera, es fácil darse cuenta que el trabajo realizado por West End Games, Timothy Zahn y Tom Veitch fueron las piezas clave para el surgimiento y consolidación del Universo Expandido de Star Wars, más aún si tomamos en consideración que el éxito de Dark Empire fue tal para Dark Horse que les permitió continuar desarrollando cómics de Star Wars hasta que perdieron finalmente la licencia ante la imparable maquinaria que constituyen hoy Disney / Lucasfilm / Marvel.
Aproximadamente diez años después de la Batalla de Yavin…
Diez años después, los restos del Imperio, recobrando fuerza, han reclamado la mayoría de los mundos, incluyendo el planeta-ciudad de Coruscant. Ahora, una guerra civil dentro del renaciente Imperio ha estallado, y la Nueva República ha aprovechado la oportunidad de incrementar la confusión.
Un reciente ataque sobre Coruscant ha dejado a Luke Skywalker y Lando Calrissian varados en el planeta dividido por la guerra, pero la ayuda ya está en camino…
Como ya debería haberles quedado más que claro, Dark Empire Trilogy es la segunda saga en explorar el universo de la franquicia tras el fin de las películas. Compuesta por tres miniseries —Dark Empire de 6 entregas, Dark Empire II también de 6, y Empire's End de 2 números— y publicada entre 1991 y 1995, la trama gira en torno al resurgimiento del Imperio manejado desde las sombras por un renacido Emperador, mientras Luke Skywalker lucha con la tentación hacia el lado oscuro a la vez que intenta renacer la Orden Jedi. Alrededor de estos dos pilares se erigen diversas subtramas que permiten expandir el lore de Star Wars y así reencantarnos con numerosos viejos conocidos.
Si consideramos que The Thrawn Trilogy probablemente sea el gran "Episodio VII que nunca fue", esta saga bien podría considerarse una suerte de "Episodio VIII". Aunque ambas sagas entre sí tienen elementos casi anecdóticos que las vinculan de forma secuencial —estando The Thrawn Trilogy ambientada en el año 9 ABY y Dark Empire Trilogy el 10 ABY—, son un arriesgado y efectivo conjunto que logra revitalizar la obra y darle una continuación satisfactoria, abriéndola a su vez para que futuros autores construyan sus relatos sobre éstas.
Tom Veitch hace un gran trabajo retratando a los personajes en las viñetas, transmitiéndonos la irreverencia de Han Solo, la responsabilidad de Leia Organa y el compromiso de Luke. Además se las arregla para que nos enamoremos de Boba Fett, volviéndolo un personaje destacado en su historia y convirtiendo su relación con Han en una persecución del gato y el ratón espacial, aprovechando con habilidad la situación política de la galaxia para sacarle partido al cazarrecompensas en pintorescos entornos.
Leia es otro personaje que se ve beneficiado con la exposición en esta saga. De hecho, ocurre la curiosa situación que Han se vuelve a ratos un mero acompañante en las aventuras de su esposa, quien sirve más como chofer y de motivación para Boba Fett a perseguir a la pareja y regalarnos emocionantes secuencias de persecución entre el Millennium Falcon y las naves Slave I y Slave II; mientras, Leia crece como usuaria de la Fuerza, explorando su legado Jedi y convirtiéndose en pieza clave para el desenlace de la primera miniserie y motor de la segunda gracias a cierto McGuffin de la Fuerza.
Pero si acaso cabían dudas, el personaje central de todo es Luke Skywalker. Incluso cuando en la primera miniserie seguimos la historia mayoritariamente desde el punto de vista de Leia, el foco central siempre es Luke, dividiendo la narrativa entre los pocos vistazos que obtenemos de las acciones del guerrero Jedi y las aventuras del matrimonio Solo intentando rescatarlo a toda costa. El rubio de mano robótica se pasea por el espectro de la Fuerza, intrigando al lector con el potencial desastre que esto implica.
Por supuesto, los personajes no lo son todo. Parte del encanto de la franquicia son las naves con las que Rebeldes e Imperio se enfrentaban, sumando el clásico "plan perfecto" con el que el Imperio pretende fortalecer su dominio. Todos estos elementos son revisitados a lo grande, con nuevos modelos enfrentándose a naves clásicas, los Rebeldes haciendo lo imposible a último minuto para salvarnos del arma final del Imperio… todo esto ilustrado maravillosamente por Cam Kennedy. Las acuarelas del artista son soberbias, empleando una paleta de colores muy limitada, recurriendo usualmente a la bicromía jugando con el contraste entre dos colores, tomando decisiones desde un punto de vista comunicativo en lugar de colorear todo con los colores "correctos", consiguiendo unas páginas sumamente llamativas y visualmente poderosas. Su Luke Skywalker, siempre presentado como alguien que se debate entre el lado oscuro y el lado luminoso de la Fuerza, transmite fácilmente esta dicotomía gracias a la habilidad de Kennedy; con esta misma facilidad Cam es capaz de ilustrar numerosas naves con un pasmoso nivel de detalle, permitiéndonos sumergirnos en la historia como si de una nueva película se tratara y estuviéramos viendo las preciosas maquetas empleadas en la pantalla grande. La solución visual que más me impactó positivamente es la apariencia rejuvenecida del Emperador, con una mirada imponente, una sobriedad solemne muy a la antigua, al estilo de Bela Lugosi como Dracula. No te cabe duda que es la encarnación misma del mal. La personalidad que le imprime Cam Kennedy a la obra es innegable.
Todo esto cambia en Empire's End, la última miniserie donde Kennedy es reemplazado por Jim Baikie. Las acuarelas se mantienen, y de hecho los personajes son mucho más similares a sus contrapartes de carne y hueso; en contra, se pierde la vibra ochentera y etérea que transmitían las ilustraciones de Cam. Jim emplea una paleta más colorida, con personajes más caricaturescos en comparación. Pese a ello, Baikie realiza un excelente trabajo, si acaso la única verdadera crítica es romper la coherencia visual de las dos obras anteriores a la suya.
Amarrando todo el conjunto se encuentra Dave Dorman en las portadas, realizando todas las de las tres miniseries, incluso las del Sourcebook de West End Games de 1993 y el Star Wars Handbook #003: Dark Empire del 2009 por parte de Dark Horse. Su trabajo en las portadas de la primera miniserie es realmente impresionante, uniéndolas con un leitmotiv visual en el pilar de color central contra un fondo negro y una composición de elementos triangular ascendente que transmiten una vibra cinéfila con unos pocos elementos. El resto de portadas también son excelentes, pero salvo por la del Sourcebook de WEG, ninguna posee el poderío visual de la primera miniserie.
Tal vez les parezcan demasiados halagos, y en verdad la trilogía dista de ser perfecta. Una de las principales críticas a esta saga fue el uso de clones como recurso para traer de vuelta al Emperador, considerándolo muy "fuera de lugar" para la franquicia… En lo personal, no me parece más desatinado que los midiclorianos o el Yoda saltarín de las precuelas; de hecho, me resulta mucho más coherente con el universo que se desarrolla a través de estas miniseries en particular, llevando lo familiar de las películas un paso más allá con planetas, razas, naves y manifestaciones de la Fuerza novedosos. Más aún cuando ahora sabemos oficialmente que un ejército de clones fue la principal fuerza que aseguró el exterminio de los Jedi. Irónico.
Por otro lado, una crítica con la que sí concuerdo —y que es el principal problema del que adolecen las tres miniseries— es lo apresurado que se suceden los hechos; por ejemplo, la trama de Luke en la primera miniserie —evadiendo spoilers— es un zigzagueo tan rápido que resulta poco justificado, y por ende, poco convincente en un análisis más minucioso. Mismo ocurre con el importante personaje de Kam Solusar en la segunda miniserie, su aparición y trasfondo son resumidos en un par de diálogos cuando como lectores nos hubiera gustado haberlo presenciado. Ni hablar de la miniserie final, desarrollándose a toda velocidad en apenas dos entregas. A pesar de ello, si uno logra perdonar estos tropezones narrativos, la historia conjunta resulta intrigante, atrapándote hasta el final con el buen ritmo general.
En definitiva, Dark Empire Trilogy es una pieza clave en el Universo Expandido de Star Wars. No solo es una excelente obra que explora con habilidad el futuro de los personajes y la galaxia muy, muy lejana con los que nos encariñamos alguna vez, sumándole el tener un fascinante recorrido tras bambalinas, sino que además constituye la semilla que permitió a Dark Horse cosechar más de dos décadas de historias y consiguió que la Fuerza estuviera con nosotros. Siempre.