"Star Wars: Devilworlds": Alan Moore en una galaxia muy, muy lejana
En 1981, Marvel tenía los derechos de Star Wars en los cómics. El episodio V —The Empire Strikes Back— acababa de estrenarse y la moda de Star Wars estaba en su cuota más alta gracias a esa magnífica continuación.
En esa misma época, un joven Alan Moore aún no era el guionista maestro al que estamos acostumbrados. De hecho, en esa época, Moore no tenía un trabajo estable y estos fluctuaban entre 2000 AD y Marvel UK —con menciones en el semanario Dr. Who Weekly—. Moore escribía lo que se le encargaba porque necesitaba llevar el pan a casa, cuando su hija Leah tenía tres años aproximadamente.
Con esa necesidad, a Alan Moore se le encarga escribir una serie de historias cortas basadas en los personajes de Star Wars y este lo asume como lo que es: un encargo comercial.
Habiendo contextualizado, la gran pregunta que uno se hace es: ¿qué tal son las historias de Moore en el universo de George Lucas?
Bueno, no son lo mejor del autor, y de hecho algunas son bastante regulares en algunos aspectos. A Moore le interesa poco usar el mito que creó Lucas y a duras penas usa sus personajes; en cambio, crea sus propios mitos en el proceso. Que calcen o no en el universo de Star Wars es otro tema.
Me parece interesante el análisis, porque muchos de los temas que trata Moore en estas historias son utilizados en el futuro por el mismo autor.
Por ejemplo, en "Dark Lord's Conscience", Moore presenta a Darth Vader en una partida de ajedrez (?), en donde se supone que es un colaborador del Imperio. Paralelamente, un mutante —ni siquiera un Jedi de creación propia— trata de asesinarlo usando la culpa. Al final hay un giro en la trama, al estilo de los Future Shocks que escribía el mismo Moore para 2000 AD.
"Blind Fury!" muestra a Luke explorando el planeta Gran, que emite una misteriosa señal. La historia presenta un paralelo con la escena de Luke en Dagobah, donde intenta superar sus miedos. Luke superará sus miedos y encontrará un antiquísimo enemigo para los Jedis: Rur. Este personaje alguna vez fue un terrible enemigo, pero el paso del tiempo lo ha condenado al olvido, del que no está consiente. Algo que Moore volverá a repetir como destino final para Arcane, en Swamp Thing: la relatividad del tiempo puede ser algo muy poderoso.
En "Rust Never Sleeps", C-3PO y R2-D2 son enviados en misión al planeta Ronyards; un planeta chatarra donde los droides son desechados. Aquí son recibidos por una sociedad pacífica de droides que se han rearmado y creen que Ronyards es un dios. Todo el tema de la utopía pacífica es algo recurrente en las primeras obras de Moore, siendo el caso de Miracleman el más palpable. No existe algo como una utopía en la mente del inglés, y en el caso de Ronyards, será el Imperio el que altere la paz.
"The Pandora Effect" muestra a Han Solo, Leia Organa y Chewbacca en el planeta Attahox; un mundo periférico sumamente pobre. Han Solo trafica medicinas con la mafia local mientras Leia lo cuestiona. Demás está decir que numerosas de las tramas de Moore contienen críticas al gobierno de Inglaterra mediante la pobreza: Halo Jones o V for Vendetta son los ejemplos más destacables. Curiosamente, la trama cambia a un relato con tintes de terror cuando en el escape de Attahox el Millennium Falcon es absorbido por una especie de triángulo de las bermudas interdimensional.
"Tilotny Throws a Shape" es quizá el más interesante de todos los relatos. En medio de una persecución entre Leia Organa y un grupo de Storm troopers, encuentran un “espíritu” llamado Tilotny, seguido de otros tres espíritus. Estos espíritus comienzan a experimentar con Leia y los Troopers, convirtiéndolos en distintas cosas extrañas. El relato finaliza con la marca clásica de Moore: todo termina como comenzó.
Todas las historias salieron en The Empire Strikes Back Monthly y recopiladas en el tomo Classic Star Wars: Devilworlds, donde se incluyeron un par de historias más. No son malas historias, si se considera que no aprovechan mucho el canon de Star Wars. Sirve, por sobre todo, para analizar la obra de Alan Moore en retrospectiva. Nada mal para un autor novato.