Marvel Comics y sus "problemáticos" derechos cinematográficos
Parece ser que las películas de superhéroes están aquí para quedarse. Al menos por un buen rato. Y mucho tiene que ver en esto Marvel, que ha sabido explotar sus franquicias de manera rápida e inteligente. El gran “pero” en el plan de la subsidiaria de Disney es la no-posesión de los derechos cinematográficos de todas sus propiedades intelectuales. Mucho antes de que Marvel fuera parte de Disney, esta trató de varias maneras el sacar películas adelante —con resultados bastante paupérrimos— y es lo que no hace preguntarnos: ¿Cómo llegamos hasta aquí?
Mito: Marvel Comics tuvo que vender los derechos cinematográficos de sus personajes a distintos estudios para evitar su quiebra en la década de los noventa.
Eso es falso. Mucho antes de que Marvel estuviera en bancarrota en el '96 —hablo de quizás más de veinte años antes— la misma editorial impulso el uso de sus franquicias en el cine.
Concretamente, en la década de los setenta, el mismo Stan Lee hizo tratos con distintas productoras para ver a sus personajes en diferentes medios, más que nada Spider-Man y The Hulk, siendo este último adquirido por Universal Studios, que nos dio esa famosísima serie de TV. Esta época Marvel Comics estaba financieramente bien, ni cerca de lo que se le vino después.
El caso de Spider-Man fue más complicado, pues vendieron sus derechos a varios estudios. Entre los tratos más destacados están:
- Columbia Pictures
- Orion Pictures
- Cannon Films/Golan-Globus
El trato con Columbia nos dio la serie/película de TV de Spider-Man que varios conocen. Orion Pictures nunca concretó una película basada en el arácnido, por lo que su trato caducó sin enseñarnos nada. El caso de Cannon Films resultó un poco más complicado.
Si no conocen Cannon Films, como resumen les puedo contar que fue un estudio independiente formado por dos primos israelitas que producían películas a bajo costo. Sus producciones más conocidas eran las de Charles Bronson como “El Vengador Anónimo”, numerosas películas de Chuck Norris y bodrios gigantescos como Masters of the Universe de 1987.
Cannon tenía un modus operandi bastante gris. Por lo general, vendía los derechos de distribución de sus películas a inversores extranjeros sin siquiera haberlas producido. Solo iban con el cartel y prometían el oro y el moro a quien cayera. Por ahí hay un cartel de una posible película de Spider-Man. Como ya sabrán, nada se concretó.
Cannon tuvo los derechos de Spider-Man hasta principios de los noventa, cuando quebró. Aquí saltaron a la mítica productora Carolco Pictures, donde también James Cameron se involucró. El problema es que en este punto empezaron las demandas. Spidey pertenecía a dos estudios al mismo tiempo, así que era necesario aclararlo. Por supuesto, entre tanta demanda, Carolco nunca se atrevió a sacar una película, no si existía la posibilidad de perder los derechos en medio de la producción. Fue solo hasta 1999 que Sony —que ya era dueña de Columbia— se quedó con los derechos de Spider-Man. El largo juicio mucho tiene que ver con el plazo de seis años para producir algún film, parte de la cláusula de Marvel.
En esta época, Marvel ya había salido de su bancarrota, por lo que esta no tuvo ninguna injerencia en la venta de derechos de Spidey.
Lo curioso en todo este asunto es que durante todo este tiempo, Stan Lee aprobó la multitud de guiones generados y producidos bajo estas diferentes ofertas, y a menudo insistió en interpretar a J. Jonah Jameson en cualquier adaptación a realizar.
De hecho, el compromiso de Marvel fue tal que a finales de los setenta se creó el Marvel Entertainment Group, cuya misión era exclusivamente la explotación de sus personajes más conocidos —y otros no tanto— en diferentes medios. Gracias a esto salieron numerosos dibujos animados de Marvel en el período de tiempo entre 1978 a 1993.
Cuando Marvel fue comprada por Toy Byz, ingresaron a la ecuación Avi Arad e Ike Perlmutter. Toy Biz compró el 46% de Marvel solo para poder hacer juguetes, y la dupla Arab/Perlmutter tenía la misión de posicionar la marca en el mercado. Una de las formas era la de hacer películas. De hecho, Arad personalmente negoció el acuerdo con la 20th Century Fox por los derechos a las películas de X-Men, el cual se hizo originalmente en octubre de 1992, antes de que las acciones de Marvel comenzaran a caer en el '93.
Marvel Films —con Arad a cargo— fue a toda velocidad en ese momento, con ofertas tentativas como una película de Black Panther protagonizada por Wesley Snipes y el Doctor Strange, dirigida por Wes Craven, junto con la película de los X-Men que fue lo único que Fox compró.
Si se preguntan por qué no nombro a los Fantastic Four en el trato con Fox, es muy simple. Sus derechos fueron comprados en 1986 por Constantin Films. La misma cláusula de 6 años que se usó con Carolco, hace que se produzca en 1992 la película de Roger Corman. Tan mala es esta versión que Marvel impidió su salida y Constantin Films, Marvel y Fox llegan a un acuerdo para que salga la película de Tim Story en el 2005.
Hasta aquí, todos estos tratos y negociaciones corresponden solo a la necesidad de Marvel de crecer como compañía. De hecho, antes de que Avi Arad y Ike Perlmutter llegaran a Marvel, el gran impulso de estos tratos era el mismo Stan Lee. Por supuesto, Lee era y es más un vendedor ambulante que nada, por lo que los tratos realmente jugosos llegaron junto con Arab y Perlmutter.
Es así como nace la pelea entre Arab, Perlmutter y su jefe directo, Carl Icahn, por el futuro de Marvel. Arab quería, a pesar de la quiebra de la compañía, que esta se convirtiera en un estudio independiente; por el contrario, Perlmutter quería que siguieran existiendo gracias a la venta de distintas licencias —léase derechos fílmicos, juguetes, comics, etc.— y en el caso de Spider-Man, esta estrategia aún se puede observar.
Al final de la bancarrota, en el '98, Toy Byz fueron quienes acudieron al rescate, viendo como sus acciones se estaban hundiendo en el fango. Aprovecharon la oportunidad para hacer acuerdos de licencia agresivos —pero esta vez por mucho más dinero, y en muchas mejores condiciones que sus ofertas anteriores— como por ejemplo, el nuevo trato con Sony por los derechos de Spider-Man. Ahora valían 10 millones de dólares, contrario a los 225 mil que se gastó Cannon en los setenta.
Por supuesto, el tiempo pasó y Marvel Studios se volvió una exitosa forma de hacer dinero, junto con la llegada de la película de Iron Man en el 2008. Para el 2009, Disney compra Marvel por 4 mil millones de dólares, pero como ya habrán visto, todos estos tratos sobre los derechos cinematográficos estaban hechos mucho antes.
Y aquí nace un nuevo problema, pues Disney quiere explotar lo que se supone que compró, de todas las manera posibles.
Ahora bien, como lector de cómics, esto pasa a tener distintos sabores. De dulce y agraz si me lo preguntan. Genial, salen un montón de películas de superhéroes para poder pasar el rato. Eso es un beneficio innegable, mal que mal, atrae a nueva gente a mundillo del cómic. Además de la competencia entre estudios que poseen derechos de personajes que no son de Marvel —DC Comics, por ejemplo—.
Pero ahora está el lado de los que llevamos ya tiempo leyendo. Para entender todo lo que sucedió con los “famosos derechos cinematográficos” hay que tener dos magísteres en economía —lo visto en este artículo es solo una parte de un todo mucho más grande—. Y aparte de saber qué le va a pasar a tu colección favorita tienes que saber quién tiene los derechos cinematográficos y cuáles son sus planes a futuro: una película, una serie de TV o un nuevo sello de condones.
La influencia y la competencia entre estos grandes estudios está salpicando al último eslabón de la cadena: los mismos cómics. Por ejemplo, tenemos la cancelación de los Fantastic Four porque Fox sacó una paupérrima película para no devolverle los derechos a Disney. Es estúpido. Y lo que es peor, los lectores enaltecen y demonizan a las compañías porque están más preocupados de la movida de dinero que de leerse un cómic. Tal como dicen por ahí, el dinero lo ensucia todo. Y la suciedad llegó hasta la última página.
Es evidente que los autores intentarán contar sus historias lo mejor posible, pero en ese momento vendrá habrá algún cambio en el trato entre alguna compañía y el poderoso jefe de turno vendrá y le dirá que la colección se cancela y que se meta sus historias por donde le quepan.