"Anatema: Las seis revelaciones del Padre Anzuelos" (2013) de Brian Wallis y Francisco Inostroza
Invitado: Eduardo Córdova
Sin duda, hoy por hoy, el cómic chileno pasa por una de sus mejores épocas, tanto por su difusión como por su variedad de títulos, que abarcan los más complejos gustos por este arte. Ya no es novedad ir a cualquier comiquería y encontrarse una variedad de cómics nacionales. Algunos títulos ya gozan de una buena popularidad y salen como tema de conversación entre amigos y en portales de internet.
Cuando se habla de cómic nacional actual, se comenta de lo bueno que es El Gran Guarén, El Viudo, 1899: Cuando los Tiempos Chocan, etc. Pero hay un título que no siempre está en boca de todos, ya sea, tal vez, porque su temática no está orientada a los gustos más generales, sino que a mentes más abiertas. Me refiero a Anatema: Las seis revelaciones del Padre Anzuelos. Es el tipo de títulos que cuando se habla de cómic nacional, como mencionaba, saca reacciones para los que ya lo hemos leído del tipo:
-- ¿Has leído Anatema?
-- ¿Cuál es ese?
-- ¡Weón, tení que leerlo!
Para tratar de darle un perfil y que entiendan lo que tenemos ante nosotros, es un cómic que perfectamente podría corresponder a la línea editorial de Vértigo, así que de antemano cito la contra portada: “No es pa' pendejos”. Y acuso la tremenda portada, con un guiño que dice claramente que el estilo del Padre Anzuelos no es el mismo de otro cura querido acá en Chile; él enfrenta al demonio de la tirana con lanza en mano, menos sutil pero más efectivo.
Desde acá hay spoilers.
Los autores Brian Wallis y Francisco Inostroza relatan en Anatema: Las s revelaciones del Padre Anzuelos seis historias que giran alrededor de la figura de un cura que hace el trabajo sucio de la iglesia y, como buen hombre que hace el trabajo sucio, tiene privilegios que otros no. Es como el empleado detestable de la empresa que no pueden echar porque se sabe todas las pillerías y artimañas de cómo hacer funcionar la máquina, que ni el mejor ingeniero la puede echar a andar. La primera historia es la carta de presentación de este personaje: vemos quién es, cómo es y cómo opera. Con las otras historias vemos cómo se desenvuelve en Chile y su capital, cómo se moviliza por algunos hitos de la ciudad como Patronato, la Biblioteca Nacional y como buen callejero que es, conoce sus más profundos secretos y servicios ocultos.
Los 6 relatos que arman este cómic se pueden leer como historias autoconclusivas, y todas relucen por su originalidad e inteligencia. De primera impresión, da la sensación de ser un anecdotario del Padre Anzuelos, pero lo maravilloso es que no lo es, ya que los autores conspiran y te vuelven cómplice de una historia con uno de los finales más inesperados con los que me he topado. Podría entrar en detalle y hablar a bocajarro del final, ya que he dejado constancia que hay spoilers, pero la verdad es que es mejor que lo leas tú, ya que el buen sabor queda cuando lees el cómic completo y no cuando te lo cuentan. Puede que incluso tengas que leerlo dos veces, dado que es del tipo de final a lo The Usual Suspects. Este cómic mezcla de manera inteligente el humor y el conocimiento de las artes ocultas, y sobre todo maravilla lo último, ya que todo lo que en tema de ocultismo se habla, son cosas que tienen un origen en mitos y leyendas reales, hay todo un trabajo de investigación de los autores que hace más enriquecedora la experiencia con este cómic.
Con respecto al dibujo, son al estilo que requiere este título, queda bien representada la actitud de Padre Anzuelos en las viñetas y su imagen queda en la retina, no se ensucian las viñetas agregando detalles innecesarios que confunden la lectura aunque, de todas formas, si se animaran a hacer una secuela o reeditarlo me gustaría verlo coloreado, ya que es del tipo de títulos con personajes vistosos y con sangre y fluidos generosos en la historia.
Con Anatema se tiene la oportunidad de ver a uno de los personajes más entrañables, hoy por hoy, del cómic chileno; de esos que uno quiere seguir viendo sus andanzas, aventuras y desventuras, un personaje que deja en claro que la irreverencia no es para hombres estúpidos sino todo lo contrario. Un buen antihéroe tiene Chile, de aquellos que saben que el bien no siempre triunfa haciendo el bien. Así que pueden dormir tranquilos...
Creo.