"Fantastic Four: Foes" (2005) de Robert Kirkman y Cliff Rathburn: debió llamarse Fantastic Reed
Era el 2005 y los Fantastic Four se encontraban viviendo una suerte de popularidad que no conocían desde épocas un poco más alejadas. Con series como Marvel Knights: 4, Fantastic Four -la serie regular- y Ultimate Fantastic Four, todas aclamadas por la crítica y los fanáticos de ese entonces; se sumaba el proyecto de la película que vendría a reivindicar a la primera familia en el área cinematográfica luego del fiasco de Roger Corman, por lo que la franquicia de los Cuatro Fantásticos estaban en el ojo público más que nunca.
En esas fechas -o bueno, un poco antes, por allá en el 2004- Marvel contrataba a uno de los escritores de cómics más prometedores de aquel entonces -y que actualmente ya podemos considerar un grande entre los suyos-, un joven de Kentucky llamado Robert Kirkman, que sorprendía a todos cada mes con The Walking Dead e Invincible, no solamente por las ideas frescas y las revolucionarias visiones que este nos presentaba de mundos ya tan manoseados como el de los zombies y los superhéroes, sino que también por la gracia, ingenio, fluidez y profundidad de sus diálogos, que dotan a sus personajes de una personalidad y desarrollo que muchos autores podrían envidiarle. Marvel no escatimó en personajes que entregar a Kirkman para que este plantara su estilo divertido y digerible en ellos, y entre esa pila de colecciones que tuvo en su poder debemos destacar a los que nos llaman en esta ocasión: los Fantastic Four. Las expectativas eran grandes y los fanáticos, tanto del autor como de los personajes, no podían esperar a ver cómo es que Kirkman iba a desenvolver no a uno, ni dos, sino que a cuatro personajes al mismo tiempo, ver cuál era su conocimiento del increíble universo de estos y de la rica galería de villanos con la que se enfrentan en cada ocasión.
Y bueno, ¿cumple con la tarea...? Sí. No. Más o menos. Puede ser. Es subjetivo. ¿Para mí? Casi, casi.
Fantastic Four: Foes
Fantastic Four: Foes #001-006
Guion: Robert Kirkman
Arte: Cliff Rathburn
Color: Bill Crabtree
Veamos. Se preguntarán por qué en lo que llamamos "La semana de los Fantastic Four" haría una reseña de un cómic que no parece convencerme del todo. Bueno, es por eso exactamente. Si eres nuevo por estos lados y te llama la atención adentrarte en lo profundo y más intimo de la Primera Familia, no te recomendaría comenzar por esta historia, y es fácil dejarse llevar por el solo nombre de Robert Kirkman, quien además viene bien acompañado de Cliff Rathburn en los dibujos -tintas en Invincible, colores y escalas en The Walking Dead- y Bill Crabtree en los colores -colores en Invincible-.
¿Qué es lo que encontramos en estas páginas? Resumiendo, luego de un plan fallido entre Puppet Master y el Mad Thinker, en que reúnen el ADN de varios villanos para que el primero pueda manipularlos a su antojo con la ayuda de una máquina hecha por el segundo, el hombre más inteligente del planeta, Reed Richards, se da cuenta a base de cálculos y teorías que si los FF siguen acumulando y acumulando enemigos a su haber, estos no lograrán vivir mucho tiempo. ¿Cuánto? no más de dos años. Es por eso que se le ocurre la brillante idea -que va algo en contra de la caracterización del personaje, pero tiene una explicación en el mismo cómic- de crear una versión mejorada de la The Vault -"La Bóveda," cárcel ficticia del universo Marvel- mejorada en la Zona Negativa, donde aprisionará allí a todos los infames que osen enfrentarse a los FF. Para ello, busca la ayuda de Andrew Lewis, el diseñador de The Vault original, que curiosamente no nota que su esposa está algo distinta de lo normal. Así. Eso es todo realmente. La historia se desenvuelve en torno a esos dos ámbitos. Qué pasa con la esposa de Lewis, y cómo van capturando villano tras villano para llevarlo a la nueva prisión, dos ideas que inevitablemente chocan al final del cómic.
La idea es simple, pero atrayente y efectiva; digo, si Reed dice que le queda poco tiempo de vida al grupo, es de tener en consideración. Se nota que el autor hizo su tarea de leer lo que estaba pasando en la cabecera de los personajes, mostrando bastante continuidad en lo hecho por Pacheco, Marín y Merino. La narración cuenta con una fluidez que nunca vuelve cansino el cómic y los diálogos tienen ese sello de Kirkman que tienen la mezcla entre entretenidos y que logren aportar a la trama para que creamos que estamos avanzando.
¿Cuál sería, a mi juicio, el mayor problema? Que las ideas parten en el primer número y se quedan allí, no avanzan nada hasta la última entrega. Si bien el titular es Fantastic Four: Foes -"Enemigos", traducido a nuestro idioma- y como un viaje a través de varios de los enemigos más emblemáticos, y al mismo tiempo, menos conocidos de los FF -entre ellos Mole Man, Super Skrull (un favorito personal mío), Dragon Man, Annihilus, Puppet Master y Mad Thinker; no esperen ver al Doctor Doom, Galactus o Namor aquí- puede resultar nostálgico para los más conocedores y llamativo para los lectores nuevos, no contradice el hecho de que, en su mayoría, es una primera mirada muy confusa y pobre para quien no tenga conocimiento previo del universo de los FF, y para quienes ya saben lo que van a encontrar, les parezca incompleta y como un mero recurso narrativo que prometía bastante, quedando el título muy corto para lo que realmente se nos ofrecía.
Siendo una miniserie de solo seis números, creo que hay un problema cuando decimos que puede que dos o hasta tres de ellos sobren, que si los quitáramos de allí seguiría pasando exactamente lo mismo, y eso es lo que podríamos destacar en esta ocasión. No solo eso, sino que lamentablemente la conclusión peca de tener uno de los giros argumentales más débiles que he visto en mucho tiempo, y un desenlace bastante anticlímatico, que más pareciera busca dejar una idea para que próximas series puedan desarrollarla que el conseguir algo por sí misma.
Por último, y no menos importante, es el hecho de que nunca sentí que el cómic tratara de los FF, es más bien una historia de Reed, ya que todo lo que ocurre se desenvuelve a través de él, tanto comienzo, desarrollo y conclusión, y no es que me parezca algo necesariamente tachable eso, pero sí hace sentir a los demás miembros del equipo como meros accesorios, y que son solo un aporte para los momentos de acción más que para la trama misma.
Si llevamos todo lo recién dicho a una balanza, tampoco sería justo decir que la lectura es una pérdida completa de tiempo. Tiene algunas ideas entretenidas e ingeniosas que salen a relucir de vez en cuando -y que lamentablemente acaban siendo ignoradas por el autor-, el misterio es lo suficientemente interesante para mantener cautivo hasta el final y Reed se luce bastante, tanto en carácter como ingenio.
Mientras, en el apartado gráfico, si eres fanático del estilo de dibujo de los cómics de Invincible, simplemente te va a encantar lo que te ofrecen en esta ocasión, con ángulos que juegan con la dinámica de cada uno de los poderes de los integrantes del cuarteto, además de una gran variedad de expresiones faciales que logran plasmar sin necesidad de palabras lo que los personajes están sintiendo, aunque sí debo criticarle a Rathburn que no parece decidirse de la estatura de los personajes y que me pareció de mal gusto que le dibujará pezones prominentes a She-Hulk. Los colores suaves y cálidos que usa la paleta de Crabtree juegan muy bien a favor de los dibujos, consiguiendo algunos momentos realmente destacables en varios paneles, y especialmente en páginas de one-splash. Y sobre las portadas, nada que decir, maravillosas, mostrando en toda su majestuosidad a algunos de los villanos más clásicos del cuarteto, del número #001 al #005 a cargo de Jim Cheung y la #006 por Claudio Castellini.
[wp-review]¡Hasta una próxima vez, estimados lectores! Y recuerden, nunca es tarde para leer a los Cuatro Fantásticos. Nunca.