"Fantastic Four vs the X-Men" (1987): la familia es el centro
Multiversiano Invitado: Eduardo Álvarez
Fantastic Four versus the X-Men es una miniserie de cuatro números escrita por Chris Claremont aún en estado de gracia y publicada entre febrero y junio de 1987. El arte estuvo a cargo de Jon Bogdanove, que en ese entonces llevaba poco tiempo trabajando para Marvel.
El argumento: los X-Men necesitan la ayuda de Reed Richards para salvar a Kitty Pride que, debido a las heridas sufridas en el crossover Mutant Massacre, no puede revertir su estado de intangibilidad y sus moléculas se separan cada vez más, lo que eventualmente la llevará a la muerte. Sin embargo, los ánimos de los Fantastic Four no son de los mejores, pues el descubrimiento de unos diarios de la época universitaria de Reed, donde se revela que el accidente mediante el cual obtuvieron sus poderes fue solo un experimento premeditado del elástico, rompe en pedazos al equipo.
Es una trama simple, pero los guiones de Claremont están a la altura de su leyenda, y en cada número pasan muchas cosas, alejado del actual decompressive storytelling. Los personajes son reconocibles y sus acciones son -obviando las batallas sinsentido que son un must-have en los crossovers entre superhéroes- bastante coherentes. El patriarca mutante logra que nos encariñemos con los personajes, ya que es en los momentos mas “hogareños” e íntimos donde las personalidades son retratadas con mayor profundidad, y las interacciones son exquisitas. Las peleas son entretenidas y nos regalan varios momentos para la posteridad y, en general, el conjunto ideas - argumento - guion cierran de buena manera.
Con respecto al dibujo, me saco el sombrero frente al trabajo de Jon Bogdanove. Su dibujo de corte clásico, típicamente ochentero y deudor de grandes como Arthur Adams y John Byrne, es ideal para un cómic de corte familiar como el que nos convoca. Los diseños de personajes son muy buenos, al igual que los rostros y las expresiones, pero lo más sobresaliente son las escenas caseras de los Fantastic Four; los efectos de los campos de fuerza de Susan, los juegos de manos y dedos de Reed cuando le narra un cuento a Franklin o la ternura con la que retrata a este último fue lo primero que se grabó en mi memoria, 15 años atrás cuando leí por primera vez esta obra, y es lo que sigue transmitiéndome casi 20 años después: ternura, belleza y sencillez.
En resumen, una obra que recomiendo de todas maneras. Puede que el argumento parezca algo inocente para los tiempos que corren y que la estética no sea "dark" como lo que pega en estos tiempos, pero es quizá esa simpleza lo que nos lleva a volver a sentir ese Sense of Wonder que a muchos nos maravilló cuando empezamos a leer comics. Diversión y nostalgia asegurada. Juegue.