"Great Lake Avengers" (2005) de Dan Slott y Paul Pelletier: héroes de los que deberíamos hablar más seguido
Corrían años oscuros para el comic. A decir verdad eran oscuros porque yo no los leía, por lo que eran solo oscuros para mí. Habían pasado algunos años desde que Sticker Design dejó de publicar DC Comics, y con ello la bella ilusión de tener comics presentes en los quioscos, algo que siento cada vez más imposible y que me resulta en extraño dolor. En ese contexto descubrí maravillosos links para bajar comics y bajé algunas cosas que siempre quise leer pero el mundo y el dineral que costaba comprar algo: The Dark Knight Returns, Superman: Red Son, Justice League International (después de lo publicado por Editorial Perfil) y cosas por el estilo. Esta última fue esencial, ya que gasté mucho tiempo bajando los cerca de 100 archivos que contenían hasta la etapa menos interesante de Dan Jurgens luego de los destornillantes Keith Giffen y J.M. DeMatteis. Y es que, si se dan cuenta, leo generalmente DC. Esto porque simplemente un universo editorial ya es más de lo que normalmente me puedo dar el lujo de saber "en qué van" sus historias. Marvel Comics y The Avengers, los protagonistas de esta semana, decidieron no ser de mi interés como a un cristiano no le llama la atención leer el Corán.
En esos días de internet, colgándome de la conexión de mi primo, encontré una referencia que me llamó la atención: Great Lake Avengers, una miniserie de Marvel, era una buena manera de ver en la Casa de las Ideas algo similar a la Liga de Giffen, pero un humor mucho más agresivo. No faltaba más, decidí bajar la historia y en cuatro números saber si me podía enganchar. La verdad es que me enganché, y en tiempos donde en cuatro números algunos solo saben introducir el conflicto, aquí tenemos el desarrollo de cada protagonista, trama, conflicto y desenlace, además de futuras posibilidades, como cualquier comic de calidad. Entonces, me pregunto, ¿por qué nadie se molesta en dedicarle una película a esta serie? Ok, se me ocurren varios motivos. Pero el mejor es este: este es un gran comic. Hacerlo película sería matar sus encantos, porque funciona con la lógica de su medio, y ¡qué grande que es este medio!
Great Lake Avengers (o Los Vengadores de los Grandes Lagos) son un grupo creado por John Bryne, y usados poco y casi nada, por supuesto como un respiro humorístico. Llegaría el año 2005, de la mano de Dan Slott (el arquitecto actual de tu amigable vecino Spider-Man) y Paul Pelletier (quien reemplazó con notable éxito a Ivan Reis en el Aquaman de Geoff Johns), quienes por medio de esta miniserie le dan un lugar relevante, a la vez que los mantienen en un statu quo irrelevante. Porque el ser superhéroe no tiene que ver con poderes necesariamente, obviamente no con trajes, sino con una actitud que a través de estos cuatro números Slott comprende y destaca. Es fácil caer en la sorna o en la burla del concepto de superhéroe, e incluso un comic autoconciente como éste podría usar el recurso meta solo para hacer chistes internos del medio (¡Que los hay! ¡Y muy buenos! Sobre todo el de la marca de una zapatilla talla 45 en el cerebro difunto de un pequeño mamífero), pero aquí estamos antes héroes que quieren ser más super, que quieren ser mejores, independiente de lo que otros piensen de ellos. A su manera, son aún más héroes que la gran mayoría.
¿Quiénes son?
El primer número se encarga de presentar casi el final de la historia en un flashforward vertiginoso para luego proceder a mostrarnos el origen secreto del grupo. Partimos con el pobre desgraciado Mr. Immortal, quien tiene un poder relevante: no se puede morir. A la usanza del sello Marvel, Mr. Immortal sufre con ello porque la muerte parece rodearlo, quitándole a las personas que ama y no llevándoselo a él mismo, que es lo que más desea. Y sí, la muerte es literal, Death Urge lo busca por ser una pieza única del universo. Tanto rodea la muerte a nuestro protagonista que cada número de la serie tiene al menos una muerte de un miembro del equipo. ¡¡Cada número!! Cuatro muertes aseguradas de un grupo que tampoco tiene muchos integrantes. Por supuesto, esto da para un drama postmoderno relevante, y ciertamente lo tenemos, pero además tantas risas que suman.
Por otro lado Flatman, el hombre en dos dimensiones, nos recuerda a Mister Fantastic de los Fantastic Four. De hecho también es un doctor (¿De qué? “De cosas”, nos dice en un profundo diálogo). Es uno de los más optimistas del equipo dada la tendencia depresiva de Mr. Immortal de escuchar la banda sonora de Magnolia todo el día (¿No las has escuchado? Es bastante buena. ¿No has visto la película? ¡Véla inmediatamente! Son tres horas maravillosas de dolor humano reflejado de miles de formas... pero es bella finalmente... hablo en serio, siempre). Flatman mantiene el buen humor y además es bien útil escondiéndose a plena vista si se coloca en el ángulo correcto.
Mucho más silenciosa es Dinah Soar, un extraño personaje que habla en otro idioma y que nunca podemos entender. No queda claro si es mutante o extraterrestre o un cruce entre ambas cosas, pero es tierna y es la única que logra calmar las tribulaciones de Mr. Inmortal y su poderosa pulsión de muerte. Su relación romántica es otro de los grandes momentos de la serie, en donde Slott en pocas viñetas muestra una relación de amor genuina aún sin que nosotros podamos entender una palabra de Dinah (Mr. Immortal sí la entiende, y claramente la ama).
Sigamos con las chicas. Big Berta es una mujer gigante de obesa, cuyo enorme cuerpo es básicamente, su única gran arma. ¿Cómo es que pasa desapercibida una mujer así? Una exitosa modelo, Ashley Crawford, tiene la capacidad de ganar masa corporal y después perderla con la misma facilidad. La manera de hacerlo es bastante regular, es como nosotros desechamos cualquier sólido, solo que aquí es proporcional a los centenares de kilos en cuestión. Es un bonito y marrón momento.
Doorman tiene el encanto de un poder que se le podría haber ocurrido a un niño pequeño. Su cuerpo tiene la capacidad de ser utilizado como portal para entrar a cualquier lugar del mundo... siempre y cuando este lugar esté adyacente a Doorman. Sí, no es un gran poder, pero Doorman es muy agradable y parece ser un buen compañero de aventuras.
Por otro lado la serie se encarga de entregarnos nuevos miembros porque, como ya dije, la muerte ronda esta serie. La más relevante de aquellos es Squirrel Girl (y cómo no, su ardilla Monkey Joe). Esta superheroína también goza de un look curioso, pero que no la engañe su tierna apariencia (y su casi nula agresividad). Esta muchacha venció sola a Dr. Doom, y me informan por interno que incluso venció a Thanos. ¡¡A Thanos pues!! Eso sí que es nivel de poder. Monkey Joe, por otro lado, nos trae pequeñas informaciones útiles y consejos al lector. Además nos invita a no bajar comics de internet recordándonos los derechos pertenecientes a Marvel. Una delicia. Ok, ok.
Pero, ¿cuál es el dilema aquí? ¿Por qué son relevantes? Fácil, porque están en una misión para salvar el mundo y nadie más se da cuenta, porque la herramienta de la destrucción del universo entero no está en New York o en las ciudades en las que hay mucho movimiento superheroico. El villano, Maelstrom, logró generar una máquina total que acelera el tiempo del universo en expansión hasta el momento de su inevitable contracción, el fin del universo absoluto.
Esa premisa da para una pelea jugosa, y ciertamente pudieron haber estados los verdaderos Avengers allí, pero no habría funcionado. Solo los que han vivido lo que los Vengadores de los Grandes Lagos han vivido podrían estar capacitados para enfrentar un dilema existencial tan fuerte como este desafío universal. Ya me imagino a Tony o a Steve conversando por 3 números enteros acerca de los dilemas y el horror que significaría el fin de toda la existencia. Aquí, los verdaderos héroes no tienen nada que perder, son de aquellos que pierden seguido, por lo que se enfrentan al posible fin con la actitud del que no pierde nada. Es la premisa del superhéroe como debe ser, el poder levantarte y salvar la situación cuando nadie da nada por ti.
Me gusta la deconstrucción del superhéroe. Me gusta cuando se desarma y se vuelve a armar el concepto mostrando lo que funciona y lo que en ocasiones es simplemente un aderezo sin importancia. Dan Slott reconoce lo que es relevante en estos personajes para hacerlos héroes, y eso se ve poco. Estoy seguro que si tomo un número al azar de los Avengers o la Justice League, no encontraré necesariamente lo que define a un héroe de verdad como en estos cuatro números, porque no es natural. No cualquiera hace un héroe de alguien, y no cualquiera se hace un héroe de alguien, pero sí podemos seguir los ejemplos de otros e intentar ser algo más.
Quizás no sabes cómo vivir, o quizás todos solo ven una sola cara de ti, o lidias con el peso en un mundo que vive de la imagen, o en ocasiones nadie entiende lo que dices, o solo quieres poder serle útil a alguien. Entonces, los Great Lakes Avengers son para ti. Porque no son dioses, ni millonarios, ni héroes nacionales. Son esos que no alcanzan ni para ser secundarios, y que sin embargo, sin que nadie lo note, salvan el universo completo. Quizás tú o yo podamos salvar algún universo algún día, quizás lo hicimos ya con el universo de alguien, ¿acaso no sería lindo saberlo, o acaso no lo sería más si nunca lo supiéramos?
Recomiendo en extremo esta miniserie. Ojalá la tuviera en papel.