Blue Beetle #2 - Can't Go Home Again (2006)
La Familia y la paz son cosas que hacen en conjunto.
Gran parte de los dilemas clásicos de superhéroes es qué hacer con sus familias, porque ¿quién podría estar casado con alguien que se viste de murciélago y arriesga su vida cada noche peleando con otros orates disfrazados? La solución es algo sencilla, le negamos su familia: padres muertos y corazón demasiado entregado a una lucha sin fin como para amar. Funciona bien en el papel y así nos ahorramos discusiones que puedan hacer dudar a nuestro héroe de seguir luchando por la ciudad cada noche. Superman en principio tampoco tenía a sus padres terrenales, luego de Crisis sí, pero nuevamente los perdió. Por otro lado Spider-Man revolucionó un poco el tono mezclando la tragedia de perder a una figura materna, pero la eterna preocupación de mantener en paz a su figura materna en forma de Tía May. Muchos odian a su tía porque es un recordatorio de que no se puede estar todo el día saltando entre edificios. Algunos autores después odiaban a Mary Jane, porque al estar casados las historias se limitan aún más. Superman nuevamente, estuvo casado, ahora no.
La familia es un elemento clásico de nuestra sociedad, y en cierta manera es dispensable en narrativa superheroica, no son propiamente personajes sino que símbolos de dolor, motivaciones o similares. Spider-Man es una excepción notable... y Blue Beetle también.
En Blue Beetle el protagonista es agradable, pero principalmente es el punto de vista del lector. Los personajes mejor definidos son sus cercanos y familiares. Los que ya fueron presentados en el primer número vuelven a aparecer, entregándonos un poco más de diversión, pero sobretodo, un peso de la realidad que se siente mayor.
Como habíamos mencionado, Jaime Reyes se hizo Blue Beetle a su pesar en Crisis Infinita, sin embargo de eso ha pasado un año y él simplemente no lo recuerda. Llega a su casa sin saberlo y encuentra a sus padres esperando a un ladrón. Su cara al darse cuenta que no han pasado un par de noches sino un año entero es una parte importante de cómo se desarrolla el resto de la historia. Ya conocimos a sus amigos antes, cuando recién encontró el escarabajo, y sin embargo solo podemos imaginar cómo ellos también han cambiado.
La serie también se encarga de formar su propia mitología. Estamos ante un Universo DC maduro a estas alturas, incluso podríamos decir, con problemas de mediana edad, reflexionándose a sí mismo y cuestionando sus propios valores. En Blue Beetle encontramos espacio para un mundo superheroico post-moderno, uno donde el metagen está repartido en distintos lugares y de distintas formas. Nos muestra que en una ciudad cualquiera, fronteriza y calurosa, existen bandas anónimas que están fuera de los títulos importantes, con sus propias reglas, poderes e historias. Eso es algo que me gusta, no puede ser que todos los tipos con super poderes estén esperando ser llamados por la Liga de la Justicia, o añorando ser parte de cada mega evento. Tiene sentido mantenerse locales, jugar en tus fronteras y vivir una vida ajena a la invasión alienígena de turno... o al menos eso esperar.
Jaime tiene un encuentro con una de estas bandas, que reconoce amenazas en el escarabajo. Es la excusa para un poco de acción y para hábilmente prepararnos para la llegada de nuestro protagonista de vuelta a casa. Como mencioné, no es tan relevante la escena de acción en sí, pero ciertamente es relevante entender que estamos ante un mundo grande, que los poderes son parte de ello y que sus usos e implicancias van más allá del heroísmo clásico y sus personajes. De hecho, tiene sentido que partamos locales, cada vez iremos conociendo más del Universo DC, pero no llegas a conocer a Superman solo por ser el nuevo chico con poderes del barrio.
El número concluye con la potencial llegada de un personaje curioso. Un hombre musculoso, con tatuajes, y que con calma despacha a unos cuantos ladrones con bastante fuerza. ¿Quién es? Un tatuaje nos da una pista, y eventualmente hablaremos más de él: Peacemaker.
Saludos y nos vemos para la próxima.