Juez Dredd apesta y yo no lo sabía
Ok, para comenzar esto, una confesión: nunca había leído nada de Judge Dredd. Conocía el personaje, por supuesto. Sabía su historia. Sabía de qué se trataba. Vi la película de Sylvester Stallone de los '90 y la amé porque Sly actuando mal es una bendición del cielo, pero más allá de eso no había tenido acercamiento directo a los comics de Dredd, lo mayor era cuando llegaban grapas USA de la nueva serie de IDW a mi pega y tenía que ordenarlas.
Pero el otro día revisando la sección de comics de Bibliometro me encontré con uno de los tantos tomos del personaje que editó hace poco Kraken y pensé que sería una buena idea mostrar las primeras reacciones de alguien que recién se viene metiendo a este retorcido mundo. El tomo que me introdujo fue Heavy Metal Dredd, una colección de historias cortas que salieron en la revista Rock Power. Pero por supuesto, quise escribir esto después de haber olvidado casi todo sobre el tomo, para que solo quede lo más visceral de lo que sentí, y esa definición de mis sentimientos se aplica súper bien al tomo.
Las Historias
Ahora, como dije, sabía bien en lo que me estaba metiendo. No esperaba entrar en un comic de Art Baltazar y Franco Aureliani (Tiny Titans, Superman Family Adventures, entre otros), ni mucho menos. La ultra violencia y el shock value más que cualidades, son la definición de Judge Dredd; si este comic fuera un plato de comida, la ultra violencia fueran papas y el shock value fueran zanahorias, más que usarlas como ensalada, serían una tortilla de solo papas y zanahoria, sin harina, ni huevo, ni nada. Solo papas y zanahorias molidas en un sartén con poco aceite, quemándose porque fuiste al baño sin bajar el fuego. Y eso más que una mala metáfora es una explicación de todo el comic.
La sátira social es obviamente el principal punto de venta del personaje, si abres un libro del Juez sin estar al tanto de eso probablemente termines quemándolo en una plaza pública en los '60, pero el término 'jumping the shark' es redefinido aquí, quizá literalmente porque hay personajes que les dicen Tiburón en una de las historias (creo).
La sátira es un arte sutil que cuando se sobreexige termina siendo una sátira de sí misma, y pierde en gran parte el sentido, en la mayoría de los casos convirtiéndose en lo mismo que intentan ridiculizar.
Amo a Alan Grant y John Wagner, sobre todo a Grant en Lobo, pero aquí se van por sobre el precipicio un poco.
El arte
Dos palabras: Simon Bisley. No es el dibujante de todas las historias, claro, pero sí de gran parte de ellas. Y verlo trabajar siempre es un placer, a pesar de lo asqueroso que encuentre el 80% del cómic, técnicamente no puedo no apreciarlo.
El humor
Lo que sí, para mí, excede las expectaciones es el uso del humor. Grant tiene una sensibilidad humorística increíble, y aquí se deja ver casi tanto como en Lobo (su mejor obra). El mundo de Mega-City está increíblemente ideado para adultos, los niños deberían correr ante cualquier presencia de esto. Pero aquí los personajes que no son Dredd y logran hablar antes de que los maten se encuentran en sus propias burbujas de inocencia casi infantil, que contrastando con todo lo que ocurre a su alrededor da pie a frases tan fuera de lugar que no puedes evitar parar por un momento a pensar en lo chistoso e inútil que todo parece aquí. Los chistes no son chistes como tal, pero si miras a todo en una cierta luz, te encontrarás riendo cuando menos lo esperas, así como deberían ser las mejores risas.
Aun así no me gustó...
No hay nada que pueda hacerle... el personaje simplemente no es para mí. Supongo que no escucho el suficiente heavy metal de los '80 para disfrutarlo. Saqué otro tomo, no sé por qué... es lectura complicada para ir en la micro escuchando Belle & Sebastian...