Las increíbles aventuras de Chabon & Lethem: dos escritores comiqueros
Me gusta leer. Más allá de los cómics, también me gustan los libros. Y leo de todo tipo: ciencia ficción, novela, historia, biografías, ensayos, incluso libros sobre cómics. En este momento están sobre mi velador, esperando ser atendidos: la última novela de Neil Gaiman; el segundo volumen de todo Sherlock Holmes, de Conan Doyle; el Ulysses de James Joyce; Sense of an Ending de Julian Barnes; Rayuela, de Cortázar; Dance Dance Dance de Murakami; y otros de no ficción como The Book of General Ignorance y This Will Make You Smarter. Como pueden ver, un listado más bien variado y sin un patrón único.
Sin embargo, a la hora de leer novelas, me siento muy cómodo leyendo libros escritos por gente como nosotros, por ñoños fanáticos de los cómics y los superhéroes. ¿Por qué? Una razón es porque hay muchas referencias a nuestros personajes favoritos, algunas explícitas y otras más rebuscadas. Pero la razón principal es la convicción de que, al final del día, estoy leyendo algo que perfectamente podría haber escrito algún amigo, alguien que podría formar parte de nuestro grupo, reírse con nuestros chistes y participar de nuestras reuniones. No sé si me explico, pero hay un tema de pertenencia, de identidad.
Ejemplo de esto es Brad Meltzer, a quien conocemos como guionista de cómics por Identity Crisis: en su novela The Tenth Justice, ambientada en la Corte Suprema de los EE.UU., los distintos jueces tienen los apellidos de los protagonistas de Watchmen (la novela en sí es bastante mala, pero la referencia es válida).
Más allá de este ejemplo, hay dos autores contemporáneos norteamericanos que son de los nuestros y que les recomiendo leer porque su prosa es soberbia.
El primero es Jonathan Lethem (nacido en 1964). Cómo será de ñoño el hombre, que su libro más importante (publicado el 2003) lleva por título La Fortaleza de la Soledad. Tal cual. ¿De qué se trata? Dos niños, amigos, uno negro y otro blanco, viven en la misma calle en Brooklyn (New York) en los '70. Mingus Rude y Dylan Edbus, estos dos amigos, encuentran un anillo mágico que permite volar y hace invisible al portador (un anillo de la Legión mezclado con el anillo único). Obviamente Mingus y Dylan son coleccionistas de cómics y debaten sobre los títulos que compran. Si bien ambos crecen, y dejan el barrio para perseguir una vida más adulta e independiente, la calle de su infancia seguirá siendo siempre su hogar, su fortaleza. El tono, las comparaciones, la historia, todo tiene un trasfondo superheroico.
Lethem tiene (era que no) varias otras novelas destacables, pero La Fortaleza de la Soledad es la más ñoña que le he leído. Y la recomiendo. Todo ñoño, todo niño que de chico fue dejado de lado por sus compañeros en las actividades “cool” se sentirá fácilmente identificado.
El segundo autor es Michael Chabon (nacido en 1963). El tipo escribe como los dioses, y sus novelas están llenas de referencias ñoñas - prácticamente imperceptibles - que no ensucian la historia, pero que son una gozada para el lector que las identifica. Por ejemplo, en su segunda novela, Wonder Boys, aparece mencionado un bufete de abogados llamado Richards, Storm & Grimm, cuya oficina está en el Edificio Baxter. Sí, justamente. Los apellidos de los Fantastic Four, y el mismo edificio en el que está su cuartel general. Pero eso es una mera referencia.
La obra maestra de Chabon fue publicada el 2001, ganó el premio Pulitzer (sí, el mismo que quiere Lois Lane), y lleva por título Las Sorprendentes Aventuras de Kavalier y Clay. La historia comienza en la década del '30 en New York, y va de dos primos, judíos, que inventan un superhéroe (The Escapist) capaz de rivalizar con el azuloso en ventas. El autor no puede ficcionar la vida de Siegel y Shuster, pero toma la mejor opción disponible: inventar una dupla y un nuevo personaje, contemporáneos a aquellos. Por supuesto que no es la cosa real, pero seguramente se pareció mucho a esto. Por lo demás, Kavalier y Clay también son un par de críos que terminan siendo exprimidos por el editor, resignando su personaje. Además, hay cameos abundantes de creadores de cómics, como Joe Simon y Jack Kirby.
La ficción termina permeando el mundo real: se han editado tres volúmenes de cómics de The Escapist, escritos por Chabon, pero dibujado por artistas de renombre.
Chabon es, con ventaja, el mejor escritor norteamericano el día de hoy. También ha tenido aventurillas con el cine: el guión de Spider-Man 2 (de Sam Raimi, la mejor de la trilogía en mi opinión) es de su autoría. Además tiene un par de libros de no-ficción (compilados de notas que ha escrito para revistas) donde deja en claro su afición a los cómics, su pasado de coleccionista, y su afición por Dr. Who y los Lego. En definitiva, uno de nosotros, pero que sabe escribir. Y muy bien.
Siempre es bueno darse la oportunidad para probar nuevos cómics o películas. Esto también aplica para libros. Si pueden, traten con Lethem o Chabon. No se arrepentirán.