Obras Completas de los ‘80 - Concrete de Paul Chadwick
Supongamos, por un momento, que en el mundo real existen los superpoderes. Que cualquier hijo de vecino, mordido por una araña radioactiva, puede adquirir poderes arácnidos. Fácil y bonito, sin ninguna manifestación externa, sin ningún efecto adverso. Demasiado lindo para ser verdad.
Concediendo que estamos hablando de fantasía, busquemos un ejemplo más realista. ¿Qué tal la película The Fly? (no la original del ’58 con Vincent Price, sino el remake de David Cronenberg del ‘86, con Jeff Goldblum). Si no la han visto, acá va el resumen: un científico desarrolla un modelo funcional de teletransportación, tiene un par de pruebas exitosas con seres vivos, y decide probarla con él mismo; en esa prueba entra a la maquinita una mosca y el aparato “decide” fusionarlos en un único organismo; punto a favor, poderes “mosquiles”; punto en contra, el susodicho comienza a convertirse poco a poco en una mosca gigante. Suficientemente feo, pero posible.
“Con gran poder, llega una gran responsabilidad”. También, podríamos agregar, llegan grandes problemas.
Corría el año 1986. Paul Chadwick era un dibujante con un par de trabajos para Marvel y una idea. Y muchísima suerte para estar en el lugar y en el momento correcto. Tras décadas de duopolio cerrado entre DC y Marvel, una nueva editorial estaba a punto de aparecer: Dark Horse Comics. La primera publicación de este nuevo sello sería un título antológico, Dark Horse Presents, el escenario perfecto para presentar la nueva idea de Chadwick. Ronald Lithgow, un introvertido escritor de discursos políticos, un tipo común y silvestre como usted o como yo, que se cruza con unos aliens y termina obteniendo fuerza sobrehumana y un cuerpo prácticamente indestructible (nada nuevo en el mundillo de los superhéroes). Pero - obviamente tiene que haber un pero - en éste caso el super-poder trae efectos adversos: el precio a pagar es despedirse del cuerpo humano y cambiarlo (vía transplante de cerebro) al nuevo cuerpo super-poderoso e invulnerable, semejante a un organismo de cemento (de ahí el nombre, Concrete), con prácticamente ninguna sensibilidad. Para dejar en claro el tono de su obra maestra, Chadwick no comienza con el clásico origen secreto: en su primera historia, Concrete es “invitado” como atracción a un cumpleaños infantil, previo acuerdo de un suculento pago (más adelante se explicará su origen).
Tenemos superpoderes en un supercuerpo superaislado. ¿Cómo afectaría la vida de una persona semejante cambio? ¿Cómo se lo tomaría la sociedad? Y, ya puestos, con semejante poder... ¿qué se hace? Todas estas preguntas intentan ser respondidas por Chadwick en un desarrollo tranquilo, en blanco y negro, que se extendió por casi diez años en historias cortas y series limitadas, dándole a su creador seis Premios Eisner y dos Premios Harvey. En términos generales hay poca acción, no hay super-villanos, y las aventuras enfrentadas son más bien desafíos de explorar la mente humana y la naturaleza: el nuevo cuerpo de Ronald le permite cumplir todos sus sueños de boy-scout.
Casi treinta años después de su primera aparición, es posible encontrar todos los tomos de Concrete en una buena reedición, en un formato un poco más pequeño que un cómic book, a un precio bastante accesible (y disponible tanto en inglés como en español, gracias a Norma Editorial). Los tomos que componen la colección son:
- Depths (Las Profundidades)
- Heights (Las Alturas)
- Fragile Creature (Una Criatura Frágil)
- Killer Smile (La Sonrisa del Asesino)
- Think Like a Mountain (Piensa Como una Montaña)
- Strange Armor (Una Extraña Armadura)
- The Human Dilemma (El Dilema Humano)
Concrete es un cómic eminentemente contemplativo y prácticamente filosófico, todo lo contrario de lo que uno podría suponer en un personaje con super-fuerza e invulnerabilidad. Ideal para quienes quieren probar con algo distinto a los personajes hipermusculados forrados en spándex y sin mucha capacidad de diálogo.