Hicksville, o el mejor comic que probablemente no has leído
A los que les gusta el cine se les dice cinéfilos, a los que les gusta la música se les dice melómanos, ¿cómo se les dice a los que nos gustan los comics?, ¿existe un término tipo gentilicio?
Honestamente no tengo idea, no tengo la más mínima idea. A lo mejor lo hay y estoy demostrando años luz de ignorancia, pero en mi mente deberíamos decirnos Hicksvillitas, en honor de la representación máxima de amor a los comics que es Hicksville, de Dylan Horrocks. He hablado ya de este cómic en mi círculo, pero no me canso de repetirle a todo el mundo cuánto y cuán fuerte deberían leer este puto cómic.
Hicksville es un híbrido de muchas cosas, pero por sobre todo de grandeza y amor propio. Auto reflexión, misterio, asombro de lo maravilloso y horrible que puede ser el ser humano, y por ende, los cómics.
La historia en papel se lee como un mal capítulo de Scooby-Doo, Leonad Batts es un periodista especializado en cómics que logró cierto renombre después de escribir un libro sobre El Rey Kirby, y para su próximo proyecto decide investigar al que la gente está llamando su sucesor, Dick Burger. En el afán de saber todo lo posible del oscuro pasado de Dick, Leonard llega a un pueblucho en la punta de Nueva Zelanda, el titular Hicksville. Por supuesto, y esta es la parte Scooby-Doo del cuento, el pueblo no es lo que él esperaba, los ancianos tienen aspectos de sus vidas que nunca pensó podría ver, así como el encargado de la tienda de té, el cartero, el lechero, todos. Todos en el pueblo son expertos en cómics.
La narración es lo que hace el cómic, aunque íntima y personal, es a la vez social y con muchas voces se va tejiendo la historia del pueblo, la historia de Leonard encontrándose a sí mismo en el culo del mundo, la historia de Dick y el secreto detrás de su éxito, y la razón por qué su pueblo natal lo recuerda con menos que cariño. Y en esto, todo lo que el autor piensa y siente sobre el arte.
El tomo comienza con una introducción biográfica del propio Horrocks donde cuenta su primer acercamiento a los cómics, cómo lo formaron, cómo llegó a ser quién es y estar donde está, la introducción de pronto se mezcla con una de las voces que se mezcla a lo largo de la historia: un cómic que nos cuenta la historia de un capitán y su guía maorí en la travesía de comprender la naturaleza y el mundo, distintas hojas de este cómic aparecen de la nada en manos de distintos personajes, sin saber de dónde viene.
De ahí saltamos a los distintos personajes que nos van narrando desde su propio punto de vista, o en el caso de Sam; un ex conocido de Dick y personalidad menor del pueblo, su punto de vista sumado al de Toxie y Moxie, personajes de cómic de su creación, nos encontramos en el entretejido con Grace; quién reniega de los cómics, las aventuras de Sam trabajando para Dick y su imperio, y moviéndose entre la crema de la crema del mundo de los cómics (tanto real e imaginaria).
Cada punto de vista sobre los cómics que pueda haber se ve reflejado aquí, y los que no están, son por lo menos personajes secundarios que de alguna forma dejan brillar lo que piensan y representan en el mundo de las viñetas. Y es en esto donde el alma del libro está, donde el alma de Horrocks está.
Como autor y fan el neozelandés conoce los dos lados del noveno arte, lo lindo y lo feo, lo místico de ver en papel las aventuras de nuestros personajes favoritos y lo desolador del funcionamiento interno y las fuerzas que mueven la industria.
En el apartado gráfico no hay ninguna espectacularidad, pero la tosquedad y simpleza funcionan mejor que cualquier dibujo foto-realista podría para la humanidad de la historia. Las emociones, el amor, el miedo, la ambición, la traición, se sirven de lo caricaturezco que llega a ser gráficamente, las caras de trazos simples transmiten cada sentimiento casi a la perfección. Nos llegan todas las emociones que pueden transmitir los cómics y las relaciones que forjan, en formato de un cómic tratando lo más que puede de hacernos sentir.
A fin de cuentas, es un poco como ver Arrested Development, al principio es un poco difícil de mirar, y al mismo tiempo de todas partes te llegan pedazos de información que parece conectada, pero no tanto, y definitivamente, DEFINITIVAMENTE, hay que pasar por ellos más de una vez, porque en cada leída encuentras nuevos detalles, diálogos que te hacen otro sentido, guiños que perdiste, y cada vez te enamoras más. Y cada vez le pides más a la gente que POR FAVOR se hagan un bien y vean Arrested Development, o lean Hicksville, o las dos. Preferentemente las dos.
Ps. La edición de Astiberri está en BookDepository y honestamente serían sus 20 lucas mejor invertidas.