"The X-Files" (1993): la verdad sigue ahí afuera
The X-Files —también conocido como Los Expedientes Secretos X o Los Archivos Secretos X—es un thriller de televisión estadounidense, que a partir de 1993 y durante 9 temporadas y más de 200 capítulos, narró los casos investigados por los agentes especiales del FBI Fox Mulder, encarnado por David Duchovny, y Dana Scully, interpretada por Gillian Anderson. Estos casos están divididos en dos tipos, aquellos que que se centran en sucesos extraños, sobrenaturales o simplemente extraños, y otro tipo de episodios que intentan destapar una vasta conspiración orquestada por el gobierno estadounidense y un cónclave en la sombra señalado como The Syndicate, cuyo objetivo era encubrir experimentos y una eventual invasión extraterrestre. Así, la serie se apoya sobre 2 bases, los episodios unitarios sobre lo inexplicable, coloquialmente llamados del "monstruo de la semana", y la trama sobre la conspiración, que llegó a conformar la mitología del show.
The X-Files es un ícono, una serie de culto como pocas. Fue pionera y marcó a fuego a su generación y las posteriores. La prueba de que se convirtió en una de las series más influyentes de los 90 en particular, y de la historia de la televisión en general, es el impacto que causó en la cultura popular, siendo la principal responsable de la fiebre ovni de mediados de los 90, y de que las series de televisión se atrevieran a tratar temas diferentes, utilizando así mismo lenguajes y enfoques audiovisuales distintos, y apelando a que la calidad de las producciones, no por ser exhibidas en la pantalla chica, fuera inferior a las obras de cine.
Así, caló hondo en las mentes de los creativos que crecieron con ella, hecho corroborado por cientos de cameos y referencias en series, películas, cómics y obras de ocio de todo tipo. La X se aprecia fuerte en muchos shows que obtuvieron notoriedad posterior, como Lost, Fringe, Jericho y un largo etcétera. Los apellidos Mulder y Scully adquirieron vida propia, convirtiéndose en sinónimos de todo aquello relacionado con lo misterioso, e invocándose cada vez que se necesita referenciar algo extraño o anormal.
Las razones del éxito de The X-Files son en gran medida mérito de su creador, Chris Carter. Él intuyó que había un espacio en la televisión que necesitaba ser llenado, y lo explotó con maestría. Se trataba de ofrecer una serie que, anclada en la realidad de los 90, incursionara en lo misterioso, oscuro y terrorífico, y que además tuviera un trasfondo político y contingente, recibiendo influencias claras de películas como All The President's Men, y series como Kolchak: The Night Stalker y Twin Peaks.
Carter pretendía asustar a la audiencia, pero por el contrario consiguió fascinarnos en base a sacudir los cimientos de lo cotidiano y normal. En el mundo de Mulder y Scully, el mutante/monstruo/asesino en serie vive en la casa del lado, y el mayor conspirador es en quien más confiamos, con lo cual la realidad es una delgada línea que puede borrarse al menor de los movimientos. No es que falten miedos y horrores en nuestra cotidianidad, pero Carter nos ofrece aquellos que cuestionan la naturaleza misma de la normalidad. El juego planteado por el guionista consiguió, en suma, halagar nuestra inteligencia al ser capaces de seguir los intrincados giros de la trama mitológica y conspiranoica, y por otro lado imbuirnos de valentía para combatir junto a Mulder y Scully los horrores ocultos, serial killers juguetones y otros monstruos poco amistosos.
Sin embargo, el tino de Carter fue sólo uno de los ingredientes del éxito. El otro componente, quizá el más importante, es la exquisita química entre David Duchovny y Gillian Anderson, el creyente Mulder y la escéptica Scully. Chris indica que la pareja salió directamente de su cabeza y que representan "mi deseo de creer, y mi incapacidad de creer. Mi escepticismo y mi fe". En ese sentido, los agentes no sólo reflejan la psique del californiano, si no de todos nosotros: queremos creer, pero exigimos pruebas.
Fox Mulder es un brillante licenciado en Psicología, especializado en Ciencias del Comportamiento, obsesionado con el tema OVNI desde que vio cómo su hermana era raptada por extraterrestres durante su adolescencia. Mulder es pegado y obsesivo con su trabajo, además de excéntrico e inteligente. Dana Scully es médico y es designada a la unidad de los expedientes X para desacreditar, o al menos para contrastar con ciencia, las locas teorías de Mulder. Escéptica, elegante y distinguida, se convertiría en su compañera ideal. Quizá la característica principal de la relación entre los protagonistas es el suave tratamiento de la siempre sensible tensión sexual entre caracteres del sexo opuesto. Mulder y Scully están ligados por sentimientos y lazos que van mucho más allá del amor de pareja, la atracción sexual o la pasión.
En ese sentido, la negativa de Carter a erotizar a la pareja responde a no caer en los manoseados clichés televisivos, marcar una línea clara por dónde quiere desarrollar a los personajes y además remarcar la aparente frialdad que requerirían las personalidades de aquellos cuya ocupación sea enfrentarse a los horrores, tensiones y paranoia que viven los agentes. En palabras del patriarca, el objetivo era centrar la atención en los aspectos no sexuales del amor de los personajes, cosa que según él, no se había dado antes en otras series. Desde un principio queda de manifiesto el fiato que hay entre los actores, la complementación que se da entre las personalidades de sus personajes y el respeto casi divino que se da entre colegas, que a la larga asienta las bases para el desarrollo de una relación que, como ya dijimos, va mucho más allá del amor. Asimismo, Mulder y Scully satisfacen fantasías que tenemos frente al trabajo, pues pese a ser empleados federales, trabajan como agentes libres, hacen lo que les place, toman decisiones sólo porque les parece lo correcto y parecen tener presupuesto ilimitado. Todos quisiéramos un trabajo así.
Otro aspecto clave para entender el éxito de Los Expedientes X, es la calidad de su escritura. La mayoría de los episodios cuentan con guiones muy por sobre la media de las producciones televisivas, que han dado como fruto numerosas frases o diálogos fácilmente recordados por los espectadores, por su impacto o rimbombancia. En ausencia del aspecto sexual entre los protagonistas, la relación profesional y personal se plasma principalmente en los diálogos, que cargan con mayor importancia específica que en otras series. La escritura es memorable no sólo por la naturalidad con que los personajes manejan conceptos densos y abstractos, sino también por los incontables "Mulderismos" y "Scullyismos" emitidos a lo largo de la serie, frases ingeniosas que permiten apreciar la tridimensionalidad de los protagonistas, y que transmiten ese humor negro y cortante tan particular. En otros momentos, los monólogos rozan lo poético, dando cuenta de lirismos que mezclan con maestría la belleza interior de los protagonistas con la vorágine externa que deben lidiar.
Los guiones de The X-Files son famosos por dejar las tramas de los episodios unitarios con una resolución difusa, o por acumular datos, hechos y antecedentes hasta el hartazgo en los capítulos mitológicos. Si bien este argumento es utilizado por sus detractores, es en realidad una no muy sutil llamada a despertar nuestra subjetividad y a jugar el juego de la interpretación, lo que con el tiempo dio pie a una televisión algo menos lineal y facilona dejando que la imaginación del telespectador rellene los espacios dejados ahí, adrede, por los guionistas.
Para muestra: antes o durante The X-Files había series como Brisco County o Louis and Clark; después, hubo obras como Lost, Fringe o Six Feet Under. A lo anterior, hay que sumar el diseño tenebroso de la serie, con su iluminación y extraños colores que nos fuerza a dar forma y crear significado a cosas que muchas veces apenas podemos ver. A nivel individual, los finales abiertos y su diseño expresionista logra que cada espectador tenga su propia interpretación de los hechos, haciendo del visionado una experiencia particular para cada televidente.
Al respecto, The X-Files se vio beneficiado de la por ese entonces naciente Internet. En primerizos foros y chats, los fans se reunían a debatir los hechos ocurridos luego de cada episodio, por lo que ya sea en comunidad o a solas, los espectadores se han sentido profundamente implicados en la construcción de la narración de la serie. Siguiendo con el tema de los guiones, también es importante puntualizar la elasticidad de éstos, plasmado en la gran gama de temas a tratar. Mal que mal, 9 años de producción llevan a un riesgo muy grande de repetición de tramas y altibajos, y aunque es notoria la baja de calidad de las últimas temporadas, por lo general siempre incluyeron temas novedosos, humorísticos ("Bad Blood", "Humbug"), autoparódicos ("Holywood A.D.", "Small Potatoes") e incluso experimentales ("X-Cops", "Triangle"). Los nueve años de la serie dieron como resultado la presencia de todo tipo de personajes entrañables, desde villanos a aliados, con su buena dosis de agentes dobles, que también supieron ganarse el cariño del fan, y lograron entrar al panteón de algunos de los mejores secundarios de la historia de la tele. Para muestra, ahí tenemos al Cigarette Smoking Man, Krycek, los Lone Gunmen, Dogget y Reyes y un largo etcétera.
Finalmente, y sumado a los puntos anteriores, el último factor del éxito de la serie, y que paradójicamente también es causante de su declive y desaparición, fue la decisión de Carter y su equipo de tratar cada capitulo como una película completa. El despliegue técnico y humano es, en muchos episodios, impresionante. El objetivo era subir la vara de interpretación, guion, fotografía y otros aspectos técnicos, que a la larga trajo la muerte de la serie, víctima de su propio éxito y de no ser capaz de mantener tal nivel de excelencia. Carter es un obseso de la calidad y los detalles, y los largos periodos y extensas jornadas de grabación causaron desgastes que a la postre fueron irrecuperables. Hay que recordar que en ese entonces las series tenían un promedio de 22-25 episodios por temporada, lo que para todos los participes era extenuante.
El show se estrenó en Septiembre de 1993, y como ya dijimos, se extendió por 9 temporadas. Su éxito fue apabullante, la forma de la X y los silbidos característicos de la banda sonora aún despliegan su sombra sobre la cultura pop. Su impacto fue en ascenso constante hasta la 6ª temporada, donde a pesar de que aún habían muchos episodios memorables, comenzó a notarse un desgaste de la serie, hecho coronado por el anuncio de que David Duchovny no volvería a una octava temporada, gatillado por el tedio, cansancio y problemas de ego y dineros.
Esto obligó a cerrar tramas en torno al personaje, perdiéndose algunos de los misterios que se arrastraban desde los primeros episodios, y que a su vez determinó la necesidad de plantear nuevas incógnitas con nuevos protagonistas, que a la postre no cuajaron. A partir de la 7ª temporada, la trama de por sí compleja, adquirió ribetes muchas veces inverosímiles, lo que provocó una fuga de espectadores. Aún así, con sus altibajos, la serie tuvo una muerte digna con un final muy logrado, el año 2002. Afortunadamente no alcanzó a caer en la mediocridad absoluta.
Además de los 201 episodios emitidos, la obra ha contado hasta ahora con 2 películas, Fight the Future (1998) y I Want to Believe (2008). La primera, en pleno auge de la serie, se ubica cronológicamente entre la 5ª y 6ª temporada, y está enmarcada plenamente en la trama mitológica. Si bien estuvo lejos de ser un fracaso, no logró ser un éxito rotundo debido a que, por una parte, al ser una pieza más de la mitología, no era demasiado accesible al público no habitual de la serie, y por otra parte, tampoco satisfizo por completo al fan hardcore, que no obtuvo todas las respuestas que en un principio se prometieron. Tuvo una valoración de 6,9/10 en IMDb y de un 64% en Rotten Tomatoes. La segunda película, I Want to Believe, se estrenó 6 años después de la última temporada de la serie, con Mulder y Scully viviendo una vida completamente alterada debido a los hechos narrados al final de la novena temporada.
Como suele suceder, las expectativas del regreso de la franquicia fueron muy altas, hecho que acentuó las debilidades de la cinta, que comercialmente no obtuvo los dividendos esperados. Con un presupuesto reducido, Carter decidió mostrar el nuevo status quo a partir de una historia de las del tipo Monstruo de la semana más que ahondar en la trama mitológica, sin duda con el objetivo de cautivar a la audiencia que, o no tenia idea de qué eran Los Archivos, o que simplemente lo había olvidado tantos años después de finalizada la serie. Nuevamente, la historia queda a medio camino, no logrando cautivar ni a fans ni al espectador casual. Una lástima.
Sin duda, y a pesar de los altibajos nombrados anteriormente, The X-Files es una joya televisiva. Una serie que hizo historia y que alcanzó un nivel de éxito a las que pocas otras han llegado. Con personajes y conceptos que se ganaron su lugar en el imaginario colectivo y guiones y despliegue técnico de alto nivel, es un producto al cual cada ser humano debiese al menos dar una oportunidad. Si usted ha vivido los últimos 20 años en la Luna y no tiene idea de qué es The X-Files ni quiénes son Mulder y Scully, hágase un favor y vea un par de episodios. Para el resto, siempre es bueno recordar uno de los mejores shows que ha dado la caja tonta en la historia.