Reflex-ion-ando - Del miedo a decidir, a lo desconocido y la impunidad de hacerse grande leyendo comics
(Publicado originalmente en el Multiverso Blog el 7 de junio de 2012)
Aún me acuerdo del día y las opciones en el kiosko de la esquina. Yo era solo un niño con dos lucas para gastar regaladas por mi padre, y como si fuera una cosa del destino binario, esas dos lucas solo podían elegir entre dos comic con nombre duales: Darkseid vs Galactus, y Batman & Dracula: Lluvia Roja.
A favor de la primera opción: los versus son divertidos, y aunque no sabía mucho de Marvel, era la oportunidad perfecta, además salía John Bryne en la portada, el cuál reconocía como relevante gracias a Man of Steel.
A favor de la segunda opción: era Batman, siempre un buen concepto. Tenía el símbolo de Elsewords en su esquina, lo que indicaba que podía ser una historia interesante y probablemente autoconclusiva.
Decanté por la primera opción y al llegar a la casa me di cuenta que no la quería. Siempre he sido algo indeciso, y a veces es tan difícil saber qué hacer con dos lucas regaladas. Era un niño, ¿cada cuánto recibía dos lucas de regalo? Años después me doy cuenta que la frecuencia ahora de un regalo como ese es aún menor.
La señora del kiosko era buena onda, y traía los comics básicamente porque yo era un fiel comprador así que me dejó cambiarla por la otra, cuya portada no había querido reconocer en primer lugar que me inquietaba. Abro la bolsita que lo sellaba y en cierta manera sellé mi destino de compra... pero antes, quizás deba devolverme unos años antes...
...Era aún más niño. Mis padres se juntaban con unas vecinas los sábados en la noche y arrendaban películas en VHS. Como ya era tarde yo tenía sueño, y la película no me entusiasmaba. Es más, me asustaba por su carátula y por lo visto su seria disposición. Era Dracula de Bram Stoker. De paso a mi cama me quedé viendo unos cuantos segundos. Solo recuerdo estructuras antiguas y harta oscuridad (de seguro a Gary Oldman caminando por ahí, que viendo la foto ahora sigo encontrándolo re-atemorizante). Sin desearlo esa noche tuve pesadillas, cosa que detestaba y hacía que odiara lo que sea que haya sentido que la había provocado. No, no me gustan los vampiros...
...Empiezo a leer el comic, es algo difícil. Me cuesta llevarle el ritmo, es todo tan oscuro y se ve tan...adulto. Hay escenas de casi desnudos y sangre, y colmillos. El dibujo de Kelley Jones (que años después encontraría que me transmitía sensaciones similares sin percatarme en su pasada por Sandman) se siente enfermo, y siempre fue su estilo dibujar a ese Batman con orejas larguísimas, dándole ese toque más demoniaco que otra cosa. Y me doy cuenta que no me siento grande, de hecho me siento niño, y no quiero seguir leyendo... y me doy cuenta de algo aún más horrible: gasté las dos lucas mal, y ya no tenía nada que hacer. Había desperdiciado mi regalo, y ahora estaba lleno de rabia, frustración y pena... y con la inquietud aún de tener en mis manos un comic que no se disfruta, que se asemeja a esas películas que siempre evité. Tanta pena tuve que mi padre, viendo mi pesar, decide darme una oportunidad distinta: me promete él ir a cambiarlo por otro en una tienda de comics en el centro, solo tenía que ser paciente. Me consuela el saber que no tendré más ese comic que solo reflejaba mis temores y mis errores de consumidor pequeño.
Cuando era pequeño disfrutaba comics que me hacían soñar como niño, como ese lindo comic de Superman que viajaba por el tiempo, junto a dinosaurios, o en el futuro a punto de ser explotada la Luna. Genial. O ese comic de Superman que salía en los kioskos cuando se casaba con una nativa en una isla perdida y estaba amnésico (¡y también habían dinosaurios!), o las adaptación de Batman Forever directamente de la película y las revistas que explicaban los detrás de cámaras. Batman & Dracula no era para ese niño, y no estaba del todo listo. No recuerdo si fue antes o después cuando tuve La Broma Asesina, que debo reconocer de todas formas me perturbaba un poco, pero al menos, estaba dentro de lo que podía controlar. Después de todo el horror y locura, Batman salvaba el día (o la noche, mejor) al final y tanto James Gordon como yo sobrevivíamos a la experiencia. Pero con Lluvia Roja, su historia se escapaba de lo que era real, su fantasía me asustaba, y aún era un niño y me di cuenta allí.
Unas semanas después llega mi padre con el comic de reemplazo. Entusiasmado lo saco de la bolsita de la tienda donde lo cambió y lo veo esperando ver algo azul con rojo o gris con amarillo... pero veo a un gordo pelado con un muy buen dibujo, pero lejos de lo que esperaba: Lex Luthor: Biografía no Autorizada. No era lo que esperaba (no sé qué habría estado pensando mi viejo), pero sin embargo lo leo, supongo que tendría a Superman dando vueltas por allí.
Lo empiezo a leer y no, no sale Superman (bueno, sale un borrón azul con rojo en un cuadro), y lo que veo es la crónica de un periodista en tratar de dilucidar quién es Lex Luthor. Lo que veo no es para nada infantil, es crudo en detalles en cuanto a manipulaciones, asesinatos y hasta vida sexual perversa, además de su tono dolorosamente trágico de no poder ganar ante el pez más grande. No era un comic para niños, era un comic para ser apreciado por alguien mayor, y yo lo estaba haciendo. Es más, me daba cuenta de cómo su mundo se parecía abrumadoramente a mi mundo y que, a pesar de haber un superhéroe en ese mundo de fantasía, no podía hacer nada, era un accesorio si se quiere, mientras que la verdad dura era que hay gente poderosa contra la que no se puede hacer nada, y lo que se supo de Lex Luthor iba a quedar para siempre oculto, como tantas otras tragedias sin nombre e impunes en la vida diaria real que estaba por descubrir en mi vida.
De pronto no era tan niño. Me di cuenta que podía leer otras cosas, y que ya había empezado. No pude sobreponerme en principio ante la oscuridad de un murciélago y un vampiro, pero pude conocer el final amargo de la muerte injusta donde no hay héroe alguno que gane, casi como si estuviera preparándome para soportarlo en las noticias de cada día, de los poderosos de siempre, y de las impunidades de años. Después del miedo inicial, sentí que ahora estaba preparado para leer nuevas cosas, que ya no era un niño (tampoco un adulto), y que había más en los comics esperando por mó que sólo dinosaurios y viajes por el tiempo.
Oscar Cayul Aedo, el autor de esta entrada, aún no logra terminar de leer Lluvia Roja aunque tiene interés de leer toda la saga que partió a través de ella y nunca tuvo interés de ver qué tal era Darkseid vs Galactus. Pero recomienda fervientemente Lex Luthor: Biografía no Autorizada, más aún porque se encuentra en muchas partes a un precio muy barato para su calidad (menos de $3.000). También todo este episodio le recuerda con cariño la sensación de leer por primera vez Arkham Asylum, pero esa es otra historia...