MV52: N°26 - Hellblazer: Hábitos Peligrosos
Reseña: Cristóbal Ortiz (Halford)
Lugar: 26 (16 puntos, 2 votos, 1 favorito)
Guión: Garth Ennis
Dibujo: Will Simpson
Hellblazer #41-46
Lo siento señor Constantine, malas noticias. Tiene cáncer. Y en un estado muy avanzado.
De esta forma es que Garth Ennis nos avisa que va a entregarnos una historia interesante de un personaje de por sí interesante. Siendo esta la primera serie de peso que DC le entregaba a Ennis, allá por el año 1991, las expectativas eran altas; Jamie Delano venía haciendo un gran trabajo acentuando la actitud arrogante, petulante y bastarda de Constantine, entregándonos historias entretenidas que coqueteaban a destajo entre la seguridad y lo atrevido, lo que fue perfecto al momento de no limitar lo que otros escritores podían hacer con el personaje. A posteriori de esto, podemos decir que Ennis tampoco necesitó encerrar al protagonista en un marco de actitudes o manierismos que lo definieran a todas las historias a futuro, pero sí supo darle ese toque característico suyo, y no solo a Constantine, si no que al universo que lo rodea, añadiendo un carismático personaje que se hace casi inmediatamente amigo de John o haciendo claras referencias bélicas o de crítica política.
La premisa de este arco es algo común, muy asociada a los problemas de la vida real hoy en día, pero que si le agregas una persona con poderes toma un rumbo mucho más interesante. John Constantine se está muriendo, y de nada menos que cáncer, y es que al parecer fumar 30 cigarros al día le trae consecuencias tanto a seres humanos comunes y corrientes como a un mago u ocultista, ¿quién lo diría? El problema no termina ahí, y es que su doctor le señala a Constantine lo peor, el cáncer está tan avanzado que se encuentra en una situación terminal para John. Siendo el tipo duro que necesita ser, lo primero que podemos pensar es que Constantine no le dará importancia al tema, que simplemente seguirá fumando (que bueno, sí lo hace) y bebiendo como si nada le importara, que ya se le ocurrirá una solución, como si se tratase de un mal menor, y ahí es cuando Ennis nos muestra lo bien que entiende a este personaje: es todo lo contrario.
Garth nos enseña que esa fachada de tipo inquebrantable que John mantiene todo el tiempo no es más que la coraza detrás de una persona insegura, que se siente culpable de todo lo que sucede en su vida y lo que le sucede a sus seres queridos, y que no importa cuanto pueda engañar al resto, debe cargar y atormentarse con esos sentimientos toda su existencia, pero eso no termina ahí, porque sería muy fácil; poner a Constantine en una situación de esta magnitud podría desembocar en una redención simplona del personaje, lo que habría dañado el carisma e impresión de este para futuras entregas. No, Constantine sabe que toda su pose es una farsa, pero se va a preocupar de que sea así hasta el último momento. No temerá buscar ayuda o de reencontrarse con sus seres queridos para compartir unas palabras antes de lo inevitable, pero todo ello será bajo sus normas, sin la necesidad de arrodillarse por nada ni nadie, e incluso siendo el tremendo hijo de puta, mentiroso y tramposo que solo él sabe ser. Y es que no se trata de ser un tipo cool solo por serlo, si no que John necesita ser ese tipo cool, es su forma de vida, y nada ni nadie, ni siquiera frente al abrazo mismo de la muerte, lo hará cambiar eso, y si debe morir por ello, ¡bienvenido sea!
No olvidemos además, que estamos hablando de Garth Ennis, por lo que los inolvidables personajes secundarios son parte importante de toda la historia. John no estará solo en este dilema, pues conocerá en la sección de personas con cáncer del hospital a Matt, un anciano que sufre de la misma enfermedad y que será un pilar importante para que Constantine pueda entender toda la situación que afronta. No solo eso, a través de su viaje por una solución, se encontrará con antiguos amigos, con personajes indeseables para él y con el mismísimo Diablo, cuya interacción con nuestro antihéroe nos entregará de los mejores momentos de todo el cómic.
En el apartado gráfico tenemos Will Simpson, que nos recuerda a Stephen Bissette en ocasiones por sus planos y trazos propios de una historia de terror. Lamentablemente (¿o no?), queda en eso, porque el estilo sucio de Will no cuenta con la elegancia de Bissete ni menos su correcto e impresionante detallado, además de estar acompañado por una paleta de colores bastante precaria por parte de Tom Ziuko, aunque este último se luce en él número final (no el epílogo) de la saga. Con eso dicho, pareciera ser que el arte queda un peldaño debajo del guión, y honestamente, sí, pero eso no quita que encajen perfectamente el uno con el otro, pues esta historia está guiada a ser precaria y decadente, por lo que el irregular dibujo y la poca variedad de los colores ayuda a dar ese toque deprimente y lleno de desesperanza que rodea a John la mayoría del tiempo.
Hellblazer es un cómic que cuenta con una gran tirada (#300) hasta su lamentable fin en el año 2013 para dar paso a Constantine, la versión moderna y descafeinada de los New 52. Divididos en todos esos números podemos encontrar múltiples sagas de diversos (y muy talentosos) escritores, tales como Brian Azzarello, el ya nombrado Jamie Delano, Peter Milligan, Paul Jenkins o Warren Ellis, sólo por nombrar algunos, y es esta inmensa diversidad, llena de calidad y aptitud, lo que hace que cada lector pueda escoger a gusto su historia favorita de Constantine, y por lo mismo, es casi imposible llegar a un consenso cual sería su historia definitiva. No creo que Hábitos Peligrosos sea la última palabra de cómo deba escribirse el personaje, pero si la escojo como mi favorita de todo Hellblazer es porque Ennis hace un perfecto estudio de lo que trata el mismo, sin estereotiparlo o convertirle en otro antihéroe innecesariamente oscuro como estaba de moda en esos años. Hábitos Peligrosos ni siquiera es un cómic muy personal, pero que muy al estilo de Garth Ennis, nos deja algo que él nos quiere enseñar, de forma sutil pero sencilla: vive como tengas que vivir, y muere en tu ley si es necesario, porque antes de ser honesto con los demás, necesitas serlo contigo mismo. Señor Ennis, lo ha vuelto a hacer.