MV52: N°30 - Spider-Man: La Última Cacería de Kraven
Reseña: Judith Herrera
Lugar: 29 (empate con 14 puntos, 3 votos)
Guión: J. M. DeMatteis
Dibujo: Mike Zeck
Web of Spider-Man #31-32; The Amazing Spider-Man Vol.1 #293-294; Peter Parker, the Spectacular Spider-Man Vol.1 #131-132
“Yo soy la araña” Kraven, El Cazador
Para quien haya leído alguna vez La Última Cacería de Kraven estas palabras resonarán como los subtítulos que gritan la esencia de la historia (y para quien no, será otra de esas citas pretenciosas que se ocupan en este tipo de cosas). La extraña relación entre un héroe al que le gustan los chistes y uno de sus enemigos de lista B que decide dar un vuelco a su historia en común.
Escrita por J.M. DeMatteis y dibujada por Mike Zeck, debutó durante el ’87 en plena época del traje negro. En seis entregas repartidas en las páginas de Web of Spider-Man, The Amazing Spider-Man y The Spectacular Spider-Man, nació la que podría ser la historia más halagada del arácnido (y que nunca falta en las listas de las mejores, como su lugar aquí lo indica).
Atención, esta reseña contiene Spoilers
Originalmente DeMatteis quería contar una historia de Batman, en donde el Joker lo asesinaría, volviéndose cuerdo luego del acto. Lamentablemente para el guionista, DC rechazó la idea, al igual que la que siguió –en donde Hugo Strange asumía el lugar del Joker-, así que decidió llevarla a Marvel y venderla con los personajes de Spider-Man y Kraven, junto con toda la atmósfera oscura y depresiva que respira la historia, rallando casi la claustrofobia.
¿Y de qué va tal maravilloso argumento? Kraven el cazador, aquel casi patético y estrafalario villano que se ha visto las caras con Spider-Man, perdiendo una y otra vez, decide dejar los juegos de lado y llevar su cacería a otro nivel. Así que caza a Spider-Man, lo derrota y lo entierra, para luego ponerse el disfraz de su enemigo y demostrarse a sí mismo el ser un superior Spider-Man… Y lo logra, vence en donde Spider-Man no lo ha hecho sin ayuda antes, dominando con ferocidad a la Alimaña. Finalmente, después de que Spider-Man demuestra una vez más que su poder está en su perseverancia y fuerza de voluntad, Kraven decide volver a su mansión, recordar el pasado y volarse los sesos.
La Última Cacería de Kraven resulta ser un espectacular (pun intencionado) estudio de personajes, centrándose tanto en Peter, Kraven y a Alimaña, al igual que en Mary Jane y la situación de saber lo que ocurre en el mundo en el que vive. ¿Qué lleva a un villano que nunca ha podido nivelarse como un némesis el tomar un giro tan inesperado? A lo largo de los números vemos que detrás de Kraven existe un personaje con dignidad, con honor y por sobre todo con una obsesión que lo consume. Y que detrás de los chistes de Peter, está un hombre que sí conoce el miedo y su propio poder.
DeMatteis y Zeck hacen un fabuloso trabajo trayendo a la vida el contraste entre Kraven, Peter y la Alimaña, sus mónologos internos en relación a la dicotomía entre hombre y bestia, junto con los colores y paralelismos son un placer al leer. Siempre al pensar en este arco se me viene a la mente la primera vez que Peter despierta, desnudo y asustado y delira viendo a Ned Leeds; al igual que a Kraven encerrado con las arañas, pensando que la esencia de su enemigo miente con ellas, comiéndoselas en un delirio que casi te produce compasión –si no se tratara de un sicótico, claro-.
Kraven se convierte en la araña. En un brillante juego de viñetas dibujadas por Zeck, Kraven consume el sabor de su enemigo –no literalmente, por lo menos-, se viste con su piel y se comporta tal cual lo percibe. Y al darse cuenta de su victoria, de eso que lo ha tenido agarrado por tantos años, qué más le puede quedar que la muerte. Nada tendrá sentido después de vencer a Spider-Man, su mayor trofeo, ni creará la misma pasión que su cacería. El suicidio de Kraven sigue siendo igual de chocante cada vez que lo lees, el final del camino para un tipo con un sentido del honor rígido, para un hombre que ve en el vencer a su enemigo el pináculo de su vida.
Y es tan chocante como triste, porque lo que Kraven ve como una victoria, como su superioridad para ejercer como Spider-Man mejor que el verdadero (muy parecidos a otros villanos que se caracterizaban por tener ocho brazos de metal), no es más que un espejismo creado por la propia idea que tiene de qué es ser Spider-Man, de la diferencia entre hombre y bestia y de lo que es un héroe.
Porque lo que hace que Peter escape de su tumba no es la araña, sino que el amor que tiene hacia su tía, hacia Mary Jane. Es su responsabilidad, su inhabilidad a abandonar lo que lo ata al mundo lo que lo tiene destruyendo su ataúd, volviendo a la vida. Es precisamente lo que Kraven ve como debilidad, la compasión y humanidad que hacen de Peter, Peter, lo que lo lleva a no ser la perfecta imitación de Spider-Man que cree llegar a hacer, la que lo lleva a un suicidio forjado en una mentira de las peores, de esas que te dices a ti mismo.