MV52: N°33 - Liga de la Justicia Internacional
Reseña: Oscar Cayul
Lugar: 33 (14 puntos, 2 votos)
Guión: Keith Giffen y J.M. DeMatteis
Dibujo: Kevin Maguire
Una Liga de la Justicia para la posteridad...
Los 80s nos entregaron obras que llevaron a la maduración del género en la forma de The Dark Knight Returns y Watchmen, re-armando y humanizando al super héroe como personajes lejos de ser perfectos, e incluso con serios trastornos a la base. Por lo mismo, de a poco se buscó que en el comic mensual mantuviera este tono, porque obviamente surgió un mercado con ganas de acceder a material “maduro” o historias de tipos en mallas coloridas que no le diera vergüenza a un quinceañero leer.
Por otro lado, el grupo de DC por excelencia, la Liga de la Justicia, vivía tiempos difíciles. Su última incursión era un grupo extraño, con personajes nuevos y jóvenes que buscaban conectar con el mundo callejero, estar “en la onda”, además de unos pocos clásicos, y claramente los no tan populares (como Aquaman o Elongated Man). El grupo agonizaba y era necesario darle un nuevo comienzo a la serie que la redefiniera al mundo post-Crisis de DC. La excusa perfecta fue Legends, la macrosaga que siguió a la Crisis en donde, luego de desmantelar violentamente a la vieja Liga, se siembran a los personajes que formarán este nuevo intento de trabajar en conjunto.
Si autores como Keith Giffen y J.M. DeMatteis (junto al dibujante Kevin Maguire) tenían pensado lanzar a la Liga por los aires, tratando de tener el éxito de la clásica liga, es decir, los mejores superhéroes del mundo, la cosa estaba más peluda que G’Nort. Superman estaba en manos de John Bryne, no quería que lo tocaran. Wonder Woman tuvo una excusa similar con George Pérez y estaba indispuesta (ed: no pun intended). Green Lantern se acordó de que había más de uno, así que otorgaron a Guy Gardner, cuya referencia principal era No Ser Hal Jordan y No Ser el Linterna Verde Negro. Dennis O’ Neil, quizás por lástima y de seguro a regañadientes, prestó a Batman. Es sabido que a él le disgustaba que el vigilante de Gotham peleara con extraterrestres o se duchara en la Luna.
A falta de grandes, ¿con qué contamos? No tenemos a Superman, pero tenemos al casi igual Capitán Marvel (no por nada, DC destrozó a su editorial original por su “parecido”). Nos quedamos con el Detective Marciano porque, bueno, no tiene revista propia. Y de paso ponemos otros personajes que no metan tanto ruido, como Canario Negro (no es Diana, pero casi... ah, y sin poderes), Doctora Luz (¿no era un hombre?), Blue Beetle (otro personaje comprado, mejor usarlo), Mr. Miracle y Oberon (el menos divino de los Nuevos Dioses) y Dr. Fate (claramente, el carisma hecho superhéroe).
Y aquí está... la Liga de la Justicia comienza!
Entonces, ¿cómo este grupo de superhéroes Clase B (incluso Batman se veía menos Batman al lado de ellos) pasó a ser el que movilizó prácticamente las ventas de toda la compañía durante años? La verdad tiene que ver con la misma humanización de los 80s, pero en vez de mostrarnos la miseria del superhombre, el trauma y el conflicto moral, decidieron mostrarnos la torpeza, la inexperiencia, el humor ante la adversidad, el cotilleo y a veces simplemente la vida cotidiana de este grupo. ¿No son interesantes? Entonces hagámoslos interesantes. La gracia de Giffen y DeMatteis es precisamente lograr encantarnos e involucrarnos en este mundo de superhéroes no gracias al asombro, o a mostrarnos acción tras acción, sino simplemente haciendo a estos casi desconocidos personajes identificables, cercanos, y graciosamente no-divinos. Nadie se salva, todos reciben un toque distinto apenas entran al grupo, y algunos ganarían mucho en ello.
Los primeros números presentan al grupo en plena formación, y lo más interesante es que el conflicto viene en ellos mismos. Inmediatamente se definen personalidades, con un Guy Gardner insoportable y desafiante, un Batman ridículamente frío y planificador (con reuniones de planificación de horas), un Blue Beetle poco serio y sencillo, o el Capitán Marvel haciendo gala de toda su niñez en cuerpo de adulto. A poco andar llegaría Booster Gold, un personaje nuevo creado por Dan Jurgens que sentaba bien con este estilo: superhéroe por la fama. Todo el grupo armado por un hombre, el Sam O'Neil de los comics, Maxwell Lord. Muy 80s, un yuppie que quiso manejar a la Liga de la Justicia y que finalmente lo logra, haciéndola un organismo internacional perfecto para alinear ideas políticas de finales de Guerra Fría. De hecho se suman dos militares de inmediato: el demasiado encantado por el capitalismo Rocket Red, y el muy torpe y semi traidor Capitán Atom. A partir de este momento el grupo despega, luego de algunos números algo lentos pero necesarios. El diálogo y las expresiones de Maguire son lo más destacado, y como tal, el número parte aguas es uno que no tiene acción superheróica, pero sí un desafío gigantesco para el grupo:
La Mudanza.
Como parte de ser una embajada, el llevar las cosas de una cueva a un edificio puede ser un problema, y este número es una delicia en todo sentido. No solo es el primero en presentar el ya clásico “Bwahahaha” (el término más asociado a esta Liga), sino que nos mostró que el cómic de superhéroes no necesitaba descansar sobre la acción o los músculos, o sobre la tesis doctoral del fascismo, o quizás sí... pero también podían divertirnos con eso mismo.
La serie seguirá, aunque sufre por mantener algunos de sus personajes. Canario Negro pasó a ser demasiado realista al lado de Green Arrow, o el Capitán Marvel no soportó las burlas, a la vez que Batman buscaba apartarse de tanta exposición. Sin embargo llegaron nuevas incorporaciones, como Fuego y Hielo, o incluso, solo por la estupidez de la misma Liga, Lobo, o Hawkman y Hawkwoman, quejándose el primero de la poca seriedad de la misma. Esta Liga se vio a sí misma, y se dio cuenta que era buena. Y nos regaló cada vez personajes más conscientes del tono de la misma.
¿Acaso no es Manga Khan el perfecto villano? Ni tan malo, pero sí muy villanezco, junto a su fiel L-Ron, diezmados por un perro Linterna Verde, a la vez que intenta obtener ganancias comerciales de todo el embrollo. Un personaje así logra mezclar a esta humana Liga en medio de Apokolips y logran salir vivos. Todo este paseo es otro de los puntos altos de la serie, regalándonos personajes entrañables y a un Darkseid impactante. Manga Khan y L-Ron volverán, y Fuego y Hielo se quedan dándonos la posibilidad del amor en este grupo.
Guy Gardner y Hielo, Fuego y Oberon, L-Ron y Manga Khan, Astro Dorado y Bicho Azul. El amor abunda en este grupo así como la alegría. Ante una Invasión extraterrestre (la Macrosaga <emInvasión</em), los tie-ins de la serie son deliciosamente ridículos, es una Liga casi inoperante, y generan una némesis aún más inoperante en forma de la Liga de la Injusticia (con un elenco que vale la pena en sí misma). Y el éxito es tal que se genera una nueva serie: La Liga de la Justicia Europa.
Gozando de una suerte similar a como nació la serie, Wonder Woman aparece en un solo número y se desvanece y otros sufren por sus propios lados sin brillar mucho por aquí (Animal Man). Otros ganan poder y fuerza como el buen Ralph, Capitán Atom intentando liderar, Metamorfo y su apatía, Flash en su faceta más inmadura, una Power Girl en esteroides y Rocket Red entregando amor constantemente. Esta Liga se enfocaría un poco más en la acción, y obtiene un interesante equilibrio. El dibujo no es tan agradable eso sí, con un Bart Sears muy estilizado, pero reina un buen ambiente y un estilo distinto que justifica que sean dos revistan a pesar de compartir escritores. Además, nos brinda la serie de incongruencias de ser un grupo radicado en Francia con solo un par de miembros europeos, intentando aprender francés en una escuela nocturna con la Liga de la Injusticia.
Simplemente otra joyita One Shot que puedes atesorar o encontrar a muy buen precio en algunos lados... porque, ¿acaso no lo sabías? Perfil publicó varios números de estas dos series (lamentablemente, incompletas), por lo que puedes pillar varios números aún a excelentes precios. La edición Perfil destacaba por el cariño dedicado a traducir los nombres de los personajes (lo que explica mi aparente contradicción de nombres a lo largo de esta reseña), algunos inentendibles “palurdos” porteños, y por una sección de correo delirantes comandada por el Profesor Weirdo, una versión antipática (¿?) de Rafael de la Iglesia, que encontraba su némesis en un inspirado y frenético escritor de cartas llamado Esteban Esposito. No tiene sentido que recuerde tantos detalles ridículos si no fuera por el cariño en estas ediciones. ¿Qué está esperando? Fácilmente en Antiyal pilla algunos números a mil (y con suerte a $500). Ya sabe.
Mientras, la Liga sigue sumando personajes y situaciones. Una villana conocida como la Reina Abeja ronda la colección desde los primeros números, y la Liga Europa se ve enfrentada a ella varias veces, contando con la oposición de los Guardianes Globales. Esto provoca problemas también a Blue Beetle en la Liga Americana, con algunas intervenciones y portadas para el recuerdo.
Las embajadas ganan notoriedad y así también nuevas situaciones, siendo la mejor de ellas un nuevo personaje llamado Kooey Kooey Kooey. Por cierto, es una isla. Los habitantes de allí son peculiares (o demasiado normales) en extremo, y es la piedra angular para otro gran mini arco de la saga de la Liga: El Casino JLI. Es la codicia, es la soledad de una isla, es la ternura de un Gran Señor con el patetismo de un Mayor Desastre. ¿Un comentario ecológico? ¿Una crítica al consumista realismo que alcanzó a los superhéroes? ¿Es la llegada de Aquaman a la Liga? ¿Es acaso la profecía del asesinato más triste del Universo DC del nuevo siglo? Todo eso y más en otra saga para recordar.
Entre tie-ins entre Ligas y anuales, los personajes crecen. Guy Gardner es molesto, pero ya muestra mayores dimensiones, la relación Hielo/Fuego ve en la primera un deseo de crecer aparte del desenfreno superficial de la segunda, Booster Gold no se haya en la Liga y G’Nort... bueno, encuentra a su némesis más temible. Jonn se vuelve un líder cada vez más capaz, pero también alguien que se encuentra con sus raíces (recordemos que DeMatteis lo tomó en unos especiales que sacó Zinco que valen totalmente la pena y que abundan entre los saldos). Es una Liga que crece, y quizás ve su momento más fuerte y emocionante con la llegada de Despero.
Convengamos en que Despero es un villano Clase A. Su poder es considerable y a excepción de nuestro Marciano Favorito y a veces Guy, la Liga no cuenta con los efectivos necesarios para esos problemas. La Liga Europea, que contaba con un par más de poder, veía sus propios problemas en la efectiva saga de Los Extremistas (con saludos a Marvel Comics), incapaces de ayudar. Lo que vemos en estos números es una masacre ciudadana, y toda la fuerza y experiencia de la Liga para enfrentarse a lo que sería su peor enemigo. La serie, acostumbrándonos a su buen humor y alegría de pronto recibe una inyección de drama y horror que nos pilla desprevenido. El único reemplazante a la altura de Maguire, Adam Hughes, se luce en mostrarnos una Liga luchando como no lo haría nunca más hasta la debacle de Doomsday en La Muerte de Superman.
El desarrollo de la misma, con las intervenciones que amamos del Bicho o de Guy, y su conclusión son momentos relevantes de una serie. Las consecuencias tienen un aire de drama pero a la vez de comedia de situación. Maxwell Lord vislumbra por vez primera las grandes responsabilidades que conlleva su gran poder en otro número notable, y vemos la necesidad de la Liga en buscar nuevos efectivos poderosos.
Aún quedan villanos nuevos, como la saga de Tortolini, los pingüinos asesinos de la Antártida o el notable paseo por la ciudad de los miembros extraterrestres. También llegan nuevos héroes, como el General Gloria o Crimsom Fox, o ese gato peludo insoportable. Pero también se acerca el final. Como toda buena serie, los autores se dieron cuenta que quizás podrían haber llegado a contar todo lo que se podía contar, y en el camino dominar el mercado. Sin embargo la serie iba repitiendo sus fórmulas y quizás lo mejor era darle un final digno. Breakdowns es la saga que busca dar ese final, y lo logra. No es la mejor saga de la serie, pero sí es una especie de despedida a lo grande. Aparecen prácticamente todos los villanos y personajes relevantes de la serie, sumando nuevos conflictos y retomando algunos antiguos. Aunque por momentos se hace larga (y los créditos se deleitan recordándolo), de pronto nos vemos en una montaña rusa de buenos momentos y un final agridulce. ¿Por qué? Porque son las despedidas, y no siempre son agradables. El sobrepeso de Blue Beetle es demasiado gracioso como para mantenerse en las continuidades, la ternura del General Gloria es demasiado autoconsciente para sobrepasar a sus creadores, y difícilmente alguien se atrevería a tocar de nuevo a L-Ron o a la Liga de la Injusticia con tal cariño.
En un último número, Giffen, DeMatteis y un retornado para despedir Maguire, se despiden de esta Liga por todos los años que la hicieron florecer. Levantaron a un muerto y le dieron vida como ninguno pudo darles vida. El peso de continuar el trabajo en una clave más típica se lo llevó Dan Jurgens, que realizó un run digno, pero sin más grandes momentos que la ya comentada Muerte-de-ese-super-importante. Y la verdad es que convengamos, esta Liga es hija de sus creadores y ninguno supo o se atrevió a continuar por ese camino. Tenemos grandes Ligas llenas del encanto superheróico, con rivales más grandes que la vida y peleas que hacen temblar universos. Pero difícilmente me emocionan como la segunda cita de Guy con Tora, o el tour de embajadas que realiza Jonn y el delegado de Kooey Kooey Kooey, o para qué decir ese clásico golpe de un frío Batman a un muy estúpido Guy. Son momentos que ningún otro autor ha intentado jugar con el equipo más poderoso del Universo DC, acaso por lo mismo, quieren estar a la altura de los Dioses. Giffen y DeMatteis hicieron una blasfemia, y vivieron para contarlo con días de gloria.
El tiempo nos daría algunos regalos, unas despedidas o bonus tracks de reunión de viejas bandas. El mismo trío que partió todo nos regala una miniserie con el excelente título: Anteriormente conocidos como la Liga de la Justicia. Aquí Maxwell Lord tiene una idea demasiado buena como para que otro autor la continuara: súperhéroes accesibles, y en un barrio residencial: los SuperBuddies, o, perdonando la expresión, los SuperColegas. La miniserie fue un éxito y prueba que habían motivos de sobra para disfrutar de aquellos personajes. La serie funciona más como un vehículo humorístico que a una mezcla más mixta que la serie original, lo que le quita algunos puntos en originalidad... pero su humor, ay su humor, está lleno de buenos momentos.
El trío volvería, pero en el peor momento para sus héroes. Muertes, Crisis, violaciones, asesinatos y demases cayeron sobre los Super Colegas, haciéndolos inutilizables en el mediano plazo para las risas y la alegría. La mini serie No puedo creer que no sea la Liga de la Justicia juega oscuramente con esas tragedias, otorgando momentos de genuina emoción junto a otros de humor oscuro, con un Maguire acostumbrado a la grandeza. La serie se publicó en JLA Classified, y responde a otro tiempo, aún quizás incomprendida. Mantiene el énfasis en el humor más que en el desarrollo de los personajes, lo que la hace sentir algo apócrifa. Si no saliera el grupo en los archivos de Ted Kord en Camino a Crisis Infinita, uno podría dudar seriamente que fuera real todo lo que pasó aquí. Los tiempos cambiaron, y este grupo que pudo seguir al costado de la JLA mostrándonos otra faceta del superheroismo simplemente desapareció, así como muchos de sus integrantes.
Para los deudos de la serie, hubo dos instancias para revivirla. La primera y más notable fue el run que ambos autores hicieron en la serie de Booster Gold. La verdad es que todo el dolor le sirvió al bueno de Booster para generar una excelente serie y un lugar bello para él en el Universo DC que ya se esfumó con la nueva continuidad. La otra es un pequeño número de DC Retroactive, que tienen como protagonistas a la Liga de la Injusticia. Una historia menor, o un divertido bonus track. Por otro lado, DC publicó JLA: Generation Lost posterior a El Día Más Brillante. Es una serie bastante buena, pero por distintos motivos a la Liga que nos convoca, por lo que su lectura es recomendada a los que se encariñaron con los personajes y quieren ver una buena forma de redención y homenaje a ese periodo, pero que no les molesta que no tenga el mismo tono a los que nos acostumbraron Giffen y DeMatteis.
¿Volverá ese enfoque alguna vez a DC? Tenemos algunas series como Larfleeze del mismo dúo que no tienen mucho peso general (de hecho se cancela al cumplir el año). Pareciera ser que tiempos de Crisis motivan cambios mayores... pero la oscuridad cae constantemente sobre este género. Es necesaria un poco más de luz y alegría, que nuestros héroes deben saber reír más, y quizás la vida se resume más como una galleta Oreo que otra cosa.
Este pseudo-homenaje y reseña no tiene mucha utilidad si has leído la serie, pero espero que sirva de guía a algunos de los mejores momentos de esta Liga. Si no la has leído, traté de no spoilear mucho, pero sí otorgar pistas de lo que pueden ser algunos momentos esenciales para ir y leer. Disfrute de esta Liga, de su encanto y de su Bwahahahaha. No se arrepentirá y de seguro no encontrarás otra Liga igual.