MV52: N°34 - Flex Mentallo
Reseña: Paulo Maureira
Lugar: 34 (13 puntos y 3 votos)
Guión: Grant Morrison
Dibujo: Frank Quitely
Flex Mentallo #1-4
Flexioné mis músculos intentando sondear el interior de la bomba con mi mente corporal / Pero antes que pudiera hacer nada, la bomba siseó, chisporroteó y se apagó / Y me di cuenta de que no era una bomba, era una llave.
Cinco páginas es lo que le toma a Morrison y Quitely irrumpir en nuestra realidad al momento de enfrentar el primer número de Flex Mentallo; si en la primera viñeta vemos a un enigmático personaje (posteriormente conocido como “El Hecho”) detonando una bomba –sin aparentes daños colaterales-, cuatro páginas más adelante nuestro fortachón y semidesnudo héroe nos informa que otra que acaba de hacer implosión no afecta la materialidad de la estructura sino que por el contrario se encuentra ad portas de adentrarse en ella, como quizás, nunca antes un personaje de ¿ficción? lo había hecho.
Flex Mentallo, publicada por el sello Vertigo durante los meses de junio a septiembre de 1996, no es un cómic al uso, por lo cual muchas veces se le ha tratado como un trabajo complicado, enrevesado y lamentablemente –e injustamente para quien escribe estas palabras- como inentendible. Lo cierto es que se trata de un trabajo diferente y fresco, quizás lo que pudiera afectar a su revisión es que es uno de los cómics más personales del pelado escocés, lo cual a priori puede significar ser un repelente para aquellos quienes no han disfrutado de sus obras anteriores, mas por el contrario quienes superen estos prejuicios (merecido o no) encontrarán cuanto menos con una historia interesante y por sobre todo novedosa.
“Ojalá pudieses sentirlo, esto es lo que se debe sentir ser un superhéroe sabes? Escuchar otros universos rozándose con el nuestro.” Flex Mentallo, #4
La presencia de las bombas y consignas emanadas por parte de la “Organización X”, la capacidad de Flex para alterar la realidad a través de la flexión de sus propios músculos o la búsqueda de este último para encontrar a “El Hecho”, no son el exclusivo motor desde donde Morrison hace transitar la historia, Wally Sage músico y adicto a los estupefacientes tiene un nivel de relevancia igual o hasta superior en el entramado, es él quien, siendo un niño, crea a Flex haciéndolo aparecer en el “mundo real” a través de sus poderes síquicos, y ya adulto estando cerca de la decisión de auto-eliminarse de la realidad (frase que se difumina en una historia de estas características) mantiene una conversación telefónica en la que desde su perspectiva habla acerca del ethos del mundo superheróico en los cómics, esta visión se ve compaginada por su propio devenir a través de los años, centrándose especialmente en el período de la niñez/adolescencia, momento en el cual la lectura de todos esos increíbles cómics de mierda se vuelven un pilar que forja las acciones de Wally. Lo interesante de este personaje, como recurso utilizado por Morrison en este relato, es que la mayor carga en cuanto metaficción recae sobre él, sería un despropósito desenmascarar el por qué de la afirmación anterior en una reseña que invita a la lectura de este cómic, pero especial atención merecen las secuencias de Wally niño refiriéndose a su “abducción” por parte de seres alienígenas y la posterior revelación que se hace al final del número 3: no sólo Sage queda expuesto y conoce la verdad de un momento puntual de su existencia, sino que para efectos de la narración y la relación ficción/realidad que establece el autor, se nos hace la pregunta analítica si es que nosotros mismos como lectores participantes del relato no estamos transitando por el mismo escenario que nuestro drogado, depresivo y abandonado interlocutor.
Flex Mentallo no solo supone un viaje a través de los períodos del cómic mainstream -edad de oro, edad de plata, edad de bronce y edad “moderna” (no conozco la categoría conceptual en la cual considerar a esta última etapa caracterizada por la libertad de las temáticas a tratar, adultas la gran mayoría por supuesto)-, sino que también se trata de un texto casi biográfico en el cual Grant Morrison profesa su amor hacia el género y le rinde homenaje devolviéndole ese sitial de relevancia desde donde nuestro noveno arte es capaz de ser entendido como una forma de arte tan válida como cualquier otra con la que pudiese ser comparada, Morrison no se limita a hablarnos desde un punto de vista adulto y racional, la nostalgia de la niñez y los primeros cómics devorados ávidamente por ojos de infante se encuentra contenidos en la obra “Nombres increíbles... o sea si lo piensas, son arquetipos, son cosas que vienen de lo más profundo ¿Cómo puedes decir que son cosas estúpidas?, una reivindicación para todos quienes no solo vemos este arte como “monitos con capas y los calzoncillos por encima de los pantalones”, cuántas veces no habremos escuchado o leído vejaciones similares por parte del iluminado de turno...
Probablemente Flex Mentallo no sea una historia que aparezca en los trilladísimos y archi-conocidos “top” del cómic mundial, personalmente creo que méritos no le faltan para aquello; el guión de Morrison es inteligente e intenta sorprender al lector y por su parte Frank Quitley logra una labor inconmensurable en los lápices (por cierto el apartado visual del personaje de Wally Sage es el propio Quitley personificándose físicamente a sí mismo), más para aquellos que quieran indagar en un relato inteligente y hasta emotivo (el final es realmente bello y otra muestra más del amor que siente el escocés hacia el género superheróico) se encontrarán con dos autores que muy a su manera doblegaron la realidad hasta hacernos parte de un viaje que es tanto personal (Wally Sage/Grant Morrison) como colectivo (las edades del cómic) y eso, cuanto menos, debe ser motivo para su lectura y revisión, tanto si eres fanático del pelado Morrison o no.