MV52: Nº47 - Crisis Final
Reseña: Oscar Cayul
Lugar: 45 (empate con 9 puntos y 2 votos)
Guión: Grant Morrison
Dibujo: J. G. Jones, Doug Mahnke, Carlos Pacheco
Final Crisis #1-7; Superman Beyond #1-2; Final Crisis: Submit One-Shot
El final de las Crisis del Universo DC tiene una fama complicada. Por un lado tiene que hacerse cargo de un legado tremendo: Crisis en las Tierras Infinitas redefinió el Universo DC por primera vez, en una arriesgada pero efectiva movida comercial que le dio un nuevo respiro y una consistencia a los comics de la compañía que antaño les costó materializar; y luego su continuación, Crisis Infinita, supo brindar una secuela (antes impensada) con excelentes resultados, con un guión tenso, lleno de autoconciencia y crítica a lo que, en definitiva, se ha hecho con este universo, aunque ciertamente sus pretensiones editoriales eran mucho menores que la original.
Crisis Final, comandada por el siempre meta-textual Grant Morrison, tiene una complicada misión: cerrar un ciclo de historias grandiosas, épicas en escala y consecuencias, a la vez que entregar una historia que nos emocione, nos haga suspirar preocupados y que finalmente nos entregue la sensación de haber sobrevivido lo que efectivamente sea una crisis que afectara a todo nuestro universo conocido. Los resultados fueron mixtos para los lectores: mientras algunos alabaron la obra, otros la encontraron pretenciosa, o cuanto menos, difícil de leer y entender. Sin embargo, esta obra cuenta con méritos de sobra para ser considerada entre una de las mejores lecturas superheróicas, y quizás, en la Crisis más bella y poética de las tres.
El argumento parte en el cruce entre lo humano, lo meramente humano, y lo gloriosa o dolorosamente divino. Desde Anthro, un cavernícola que recibe el toque del Nuevo Dios Metron, haciéndolo el primer “super” humano en control del fuego; hasta el encuentro de un policía humano con un dios moribundo en el tacho de basura, Orion, el hijo de Darkseid criado en Nueva Génesis. “Hubo una guerra en el cielo y el mal ganó”, dice el Jefe Dark Side, prefigurando la llegada y materialización del dios maligno Darkseid, visto por primera vez como un verdadero Dios en el Universo DC. En efecto, los Nuevos Dioses de Jack Kirby han sido usados constantemente en los últimos años como si fueran otros extraterrestres más, pero el término “dioses” no fue escogido al azar por Kirby, y aquí Morrison lo busca realizar y dar un cierre al Cuarto Mundo, como el que ya prefiguraba en una de sus más psicodélicas aventuras en la JLA (Rock of Ages). Darkseid, el dios oscuro, llega a la Tierra, y la llegada del dios afecta a toda la realidad: fragmentándola, alterándola, densificándola toda en una mirando al vacío de la fórmula de la anti-vida.
Sin embargo, Crisis Final no es solo el cierre del Cuarto Mundo, sino que también es el cierre del dilema Multiversal de DC Comics. Si en el principio hubo un Multiverso, que luego fue unificado en uno solo, para luego volver a generar un Multiverso, esta última Crisis busca de alguna manera cerrar el dilema al respecto, usando a los mismos personajes que iniciaron el conflicto: Los Monitores. Existe un conflicto entre los Monitores de cada universo, hay intrigas y conspiraciones, y por lo visto un monitor oscuro que puede alzarse, todo esto entremedio de la Crisis que afecta los superhéroes en la Tierra. Uno de ellos es condenado a volverse un personaje más, un germen más en el organismo del universo, sin poder monitorear desde fuera, sino que existiendo sin control por dentro. Nix Uotan es despojado de su divinidad para morar como un mero humano, aquejado por recuerdos y creaciones de un mundo superior, buscando acaso la palabra que lo pueda hacer auto-consciente de su supra poder, su “Shazam” para dejar de ser un niño a ser algo maravilloso.
Estas dos tramas principales por supuesto gozan de todo el encanto, intriga y acción de un buen comic. De la muerte inicial de Orion se inicia el misterio por su asesinato, a la vez que Dan Turpin investiga el caso de niños desaparecidos. Para su desgracia se ve involucrado en medio de la resurrección de los dioses malignos, siendo él el recipiente para Darkseid. Por otro lado, Libra, un misterioso villano, congrega a una Sociedad de Villanos “alterando la balanza” hacia el mal: el Detective Marciano es salvajemente asesinado en menos de una página y sus maquinaciones dejan a Superman incapacitado al lado de una moribunda Lois Lane. Batman por otro lado descubre parte del plan, pero es atrapado y disminuido rápidamente, mientras que Wonder Woman es rápidamente convertida al mal en la fe oscura de la Anti-Vida. Solo los Flash Wally West y Jay Garrick ven esperanza con la vuelta de Barry Allen luego de años de muerte, pero se ven atrapados en una carrera contra el tiempo y la muerte. Como se puede ver, un panorama poco alentador para el bien en esta guerra.
Acaso estas decisiones de guión hacen lo mejor por este comic. La angustia es creciente a cada número así como la confusión por lo no dicho. No nos queda del todo claro cómo es la fórmula Anti-Vida y cómo logra convertir a toda la humanidad, pero sí nos queda la sensación e incomprensión de ser una víctima de un holocausto o dictadura sin sentido, de una muerte de la esperanza y una oscuridad que sólo se acrecienta con la llegada de un Darkseid impaciente, un dios demasiado cerca para nuestro bien. Los héroes, sin embargo, se las arreglan para vivir por siempre. En varios momentos de la historia se nos muestra su lucha sin miramientos, la voluntad inquebrantable (aunque sea quebrada), y el deseo de superar la oscuridad de la crisis. Las soluciones al conflicto van llegando de a poco, y el autor no se molesta en dejarlas claramente presentadas pero si las insinúa, tan poco claras como la esperanza en la muerte.
Crisis Final requiere la lectura de Superman Beyond, una historia metatextual centrada fuertemente en la historia de los Monitores, así como en la lucha de los Superman de varias dimensiones para hacer frente a la muerte del Multiverso, dañado por la caída de Darkseid en la Tierra. Es una historia compleja, llena de ideas que ya se asomaron en otros momentos en la carrera de Morrison (sobretodo Animal Man y Flex Mentallo), pero que en definitiva cuenta una historia bastante sencilla entre tanta capa y 3D: los monitores tienen el potencial de succionar la vida de los mundos de los que juraban estar separados, así su rol en vez de protector se vuelve destructor, buscando eliminar la creación y dejar la nada, la falta de individualidad, el vacío. Es Superman, el primero de todos los superhéroes, una mejor historia y una más fuerte, la que puede hacer frente a este monitor vampírico conocido como Mandrakk. El vacío, similar a la anti-vida de Darkseid, es una muestra de como seres de órdenes superiores alteran los sistemas más limitados hasta poder llevarlos a su destrucción, ya sea volviéndolos inexistentes o carentes de iniciativa o creación. ¿Es el Dios que niega la creación de sus criaturas acaso el culpable de la mayor dictadura? ¿Es Darkseid, es Mandrakk, son los editores? ¿Somos nosotros y nuestro deseo de continuidad, coherencia o seriedad al leer un comic de superhéroes?
¿Y en qué sentido esta Crisis aporta a la saga de las Crisis? En mi opinión, mientras la primera, Crisis en Tierras Infinitas, generaba una sensación en el lector que se mantenía firme en los primeros números, esa sensación se va diluyendo y solo repuntando en momentos (la muerte de Flash, o el penúltimo número). Crisis Infinita está muy bien escrita y desarrollada, pero es una historia principalmente acerca de los personajes de la primera Crisis. Crisis Final destaca precisamente por el ambiente que sabe evocar. En vez de los trazos finos y colores vivos de George Pérez o Phil Jimenez, J.G. Jones es oscuro, realista y en cierta manera perturbante, como si fuera un Alex Ross sin alegría (asumo, a propósito). Ya sea por el azar de las entregas, a medida que a Jones se le puso cuesta arriba entregar las páginas a tiempo, fue asistido y eventualmente reemplazado en casi todo el comic por otros dibujantes, en especial Doug Mahnke. De a poco el color vuelve, a la vez que las posibilidades para nuestros héroes, pero de los 7 números, las sensaciones son incomodas en casi todos ellos, con unos cliffhangers que parecían solo dar a entender que las cosas iban de mal en peor. El formato de los mismos, al estilo noticioso, refuerza la idea de tragedia tras tragedia en las noticias. No es menor, que en los peores momentos, el Daily Planet se alce como un símbolo de libertad humana. Quizás uno de los mejores momentos que reflejan esta Crisis es la rendición del espíritu humano manifestado en el siempre fuerte Dan Turpin. En primera persona nos cuenta cómo Darkseid lentamente va tomando el control de su mente y cuerpo, siendo la resistencia casi inútil en una dolorosa narración que sólo nos hace empatizar con el personaje, nuestro ancla humana en la historia se vuelve el dios maligno, mal momento para la libertad humana y de creación.
El autor comentaba que con Crisis Final quería mostrar casi literalmente cómo la creación luchaba contra la página vacía, esa que unifica y a la vez niega, pero acaso esta metáfora no va también a todo tipo de totalitarismos en el arte o en la expresión, incluso más complicados en un género como el superheróico. Quizás, para Morrison, la primera Crisis que eliminó el Multiverso inicial fue esa primera afrenta editorial contra una creación que se generaba a sí misma, atacada vampíricamente por el Monitor y el vacío.
La crítica está hecha, los dados tirados. El universo DC consciente, su Multiverso y los seres que viven allí nos enseñan una lección: que ellos son más fuertes, que continúan sin un final claro, y que tienen la fortaleza suficiente como para sobrepasar a sus dioses. Batman, el hombre, venciendo al dios del mal; Nix Uotan, un monitor despojado, voluntariamente propiciando el fin de los monitores para vivir como un germen; Superman, venciendo al vacío sólo con su voluntad y el poder de su idea, aquella que ha generado incontables superhombres, incluyendo a todos los que alguna vez nos pusimos una toalla al cuello por la justicia; la narrativa, de a poco surgiendo y manifestándose desde la oscuridad del sinsentido de los últimos números, abriéndose paso entre nuevos y viejos dioses, entre nuevas y viejas formas de contar una historia, la misma historia... que tenemos a estos seres, que viven y respiran en un mundo que se entrecruzan entre otros de maneras mágicas y asombrosas, pero que también se cruzan en el nuestro sin que nos demos cuenta, aún cuando la mano de Superman se acerca y nos escucha temblar y respirar. ¿Cómo él todavía puede desear un final feliz? Porque él puede... y nos muestra cómo se puede hacer, simplemente haciéndolo.